
Qué hacer cuando tu mente lo entiende, pero el dolor sigue ahí 5wi54
Descripción de Qué hacer cuando tu mente lo entiende, pero el dolor sigue ahí 322268
En este episodio hablamos de una de las claves más profundas del trabajo terapéutico: la relación entre nuestras partes heridas —esas que a veces llamamos “niña interior” o exiliadas— y nuestra esencia esa parte sabia, presente y compasiva que puede acompañar desde el amor. Exploramos cómo muchas veces nuestras heridas siguen activas porque no tuvieron en su momento alguien que las sostuviera con amor y presencia. Y cómo, cuando nuestro Yo adulto se vuelve capaz de mirar esas heridas sin juicio, sin evitarlas ni quedar atrapadas en ellas, empieza un proceso real de sanación. También hablamos de los mecanismos de defensa que usamos para protegernos (como la crítica interna, el control, la hiperindependencia, la racionalización o la minimización) y de cómo podemos empezar a entender su función sin juzgarlos. Este episodio es una invitación a dejar de luchar con lo que sientes y empezar a escucharlo con curiosidad y ternura. Porque cuando tus partes heridas sienten que por fin hay alguien ahí para ellas... ya no necesitan seguir gritando. Email: [email protected] Pág web: www.raquelsedano.com IG: @raquel_sedano_ 5i5h2o
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
A veces llevamos heridas que duelen mucho, pero eso no nos define.
Aunque haya dolor, también hay en ti partes con fuerza, con ganas de cuidarte y con capacidad para sanar.
Y cuando esas partes más amables se acercan al dolor con comprensión, es cuando de verdad empieza a cambiar algo por dentro.
Por eso siempre hay motivos para tener esperanza.
Ya hemos hablado otras veces de esas partes nuestras que quedaron heridas en el pasado, lo que a veces llamamos la niña interior, y de cómo cuando podemos acercarnos a esas partes sin que nos arrastren o nos desborden, empieza realmente la posibilidad de sanar.
¿Y por qué es tan importante esto? Porque cuando nuestro yo adulto puede estar presente y disponible para esas partes que todavía sienten miedo o dolor, les estamos dando algo que quizás nunca tuvieron.
Presencia, validación y una sensación de seguridad.
Si conoces un poco sobre la teoría del apego, podríamos decir que estamos creando una apego seguro dentro de nosotras mismas.
Dick Swart, el creador del modelo IFS, Terapia Interna Familiar, lo explica así.
El objetivo no es eliminar estas partes heridas, sino poder relacionarnos con ellas desde otro lugar.
Podemos imaginarlo como si nuestro yo adulto tomara de la mano a nuestra niña interior y le dijera, estoy aquí contigo y no tienes que llevar esto sola.
Y ese muchas veces es un momento clave en el proceso terapéutico.
Porque cuando dejamos de luchar contra nuestras heridas y en vez de eso las miramos con comprensión, algo profundo empieza a transformarse por dentro.
Y de eso vamos a hablar hoy.
Lo curioso es que en este proceso, lo más difícil no suele ser darle amor a nuestras partes heridas, a esa niña.
Lo más difícil es todo lo que necesitamos hacer antes para poder llegar hasta ahí.
Porque cuando conseguimos conectar con esas partes heridas desde un lugar de comprensión y ternura, la sanación empieza a darse sola de manera natural.
El reto está en preparar el camino para que eso pueda suceder.
Y ya hablamos en otros episodios sobre dos grandes obstáculos que pueden aparecer.
El primer obstáculo que nos podemos encontrar es cuando la herida está demasiado lejos.
Y esto pasa cuando hay una desconexión con el dolor, porque nos protegemos tanto que ni siquiera podemos verlo o sentirlo.
En terapia esto puede mostrarse de varias formas y algunos ejemplos que veo con frecuencia son, por ejemplo, cuando aparece una parte muy racional que lo analiza todo y que no permite conectar con lo que realmente se siente en el cuerpo o con emociones más profundas.
Por ejemplo, personas que explican con claridad lo que les ha pasado, pero lo hacen sin emoción, como si lo contaran desde fuera.
También cuando hay disociación, la persona siente que está como desconectada, que hay una especie de muro interno o vacío, incluso que habla de sí misma como si no fuera ella la que vivió aquello.
A veces también sienten que no pueden acceder a ciertos recuerdos o emociones como si estuvieran bloqueados.
O también cuando hay una parte que minimiza lo vívido, con frases como Bueno, tampoco fue para tanto, hay gente que lo ha pasado peor, o llora muy sensible, o el pasado pasado está… Esta parte también protege, pero impide validar el dolor real que hubo o el saber que, aunque el pasado pasado en nuestra mente sigue existiendo, si no se procesa este pasado de manera saludable.
Y otras veces aparece una actitud de autoexigencia o hiperdependencia que no deja espacio para parar y mirar qué hay debajo.
Es esa sensación de yo puedo con todo, o no tengo tiempo para ponerme mal, o yo lo puedo hacer sola.
Son formas de alejarnos de la herida sin darnos cuenta, y aunque nos han servido para sobrevivir, muchas veces también nos alejan de la posibilidad de sanar.
Y después hay otra cosa que puede suceder, que es cuando la herida está demasiado cerca, y esto pasa cuando el dolor está tan presente que nos desborda.
Nos sentimos atrapadas en la emoción, sin herramientas para gestionarla, y desde ahí es muy difícil hacer algo con eso, porque no hay espacio para observar ni sostener, solo estamos dentro de ese dolor.
Sanar implica no desconectarnos, pero tampoco quedarnos atrapadas en ese dolor.
Se trata de encontrar un punto medio, poder acercarnos lo suficiente al dolor como para verlo y sostenerlo, sin que nos arrastre.
En IFS y otras terapias experienciales trabajamos justo en eso, en encontrar la distancia adecuada para que la sanación sea posible.
Entonces, ¿cómo podemos hacer esto en la práctica? Lo primero es darnos cuenta de que muchas veces estamos fusionadas con nuestras defensas o con nuestros mecanismos de protección, es decir, estamos tan metidas en ellas que creemos que somos eso.
Defensas más comunes que me encuentro en la terapia es la intelectualización, que sería usar la mente, el análisis, el pensamiento lógico para evitar sentir.
Un ejemplo de esto podría ser hablar de un trauma o de una situación difícil con detalle y claridad, pero sin conectar emocionalmente, sin sentir nada en el cuerpo.
Comentarios de Qué hacer cuando tu mente lo entiende, pero el dolor sigue ahí 1om45