Meditación SERIE 2-14 15594l

Cerramos los ojos como siempre, buscamos esa postura de equilibrio, esa postura de estabilidad, la espalda erguida, una postura que nos permita estar un ratito con nosotros de una forma cómoda pero sin dormirnos.

Como siempre vamos a entrar en el mundo de la calma y como ya sabemos la llave que nos abre su puerta es la respiración, así que empezamos a tomar conciencia de cómo entra el aire en nuestro cuerpo y de cómo sale, observa esa respiración, acompáñala como si fuera un niño pequeño, con tu atención, sigue su ritmo natural, su ritmo relajado dejando que encuentre su cadencia natural, no hay que esforzar nada, simplemente observar esa respiración, observar cómo entra el aire en mi cuerpo y cómo sale, ser capaz incluso de apreciar la textura del aire, su temperatura al entrar por mis fosas nasales, empezar a tomar conciencia de cuando inspiro me nutro de vida y cuando expiro suelto todo aquello que ya no vale, la respiración es como una limpieza de mi interior de forma natural, inspiro y me lleno de aire nuevo, lleno de vida, expiro y suelto, es como si mi cuerpo fuera un envase y poco a poco voy llenándolo de color blanco y voy expulsando de él el color gris, poco a poco voy limpiando con ese color blanco el interior de mi cuerpo, siento que ese aire al entrar revitaliza, repara, sana, rejuvenece cada célula, cada órgano, cada tejido de mi cuerpo y soy capaz de sentir ese aire como recorre mi interior, como si fuera un río interior, como al entrar por mi nariz ese aire recorre mi cabeza, calma el cerebro, los ojos, la nariz, las orejas, la boca, como relaja la mandíbula, como ese aire al entrar relaja el cuello, ese cuello que nos permite girar, mirar al pasado, mirar al futuro, como ese aire al entrar recorre los hombros y los descarga de todas las responsabilidades o las cargas que tenemos o que a veces incluso nuestra perfección hace que nos impongamos, ese aire al entrar recorre la espalda, la parte alta, la parte media, la parte baja liberando la detención, siente como ese aire al entrar recorre los brazos, los codos, las muñecas llegando incluso a las manos y a cada uno de sus dedos, esas manos que nos permiten agarrar las oportunidades, pero también nos permiten