Meditación SERIE 12-14 4c241q

Te invito a que vayas encontrando esa postura de equilibrio, esa postura de estabilidad con la espalda erguida. Una postura que te permita practicar este ejercicio de una forma cómoda a la vez que permita no dormirte. Te invito a que conectes con la llave que abre la puerta de la calma, con este recurso que nos ancra al momento presente, al aquí y al ahora que es la respiración.

Te invito a que te conviertas en la observadora de tu propia respiración, sin juzgar, simplemente dejándote llevar por su fluir natural y relajado y dejando que poco a poco vaya encontrando su cadencia natural. Toma conciencia de cómo entra el aire en tu cuerpo y de cómo sale. Observalo, conviértete en su compañero de baile y baila el ritmo de la respiración. Toma conciencia de que la respiración es un proceso de autosanación. Cuando entra el aire, entra vida, entra energía, revitaliza, repara, rejuvenece cada célula, cada órgano, cada tejido.

Observa también el aire al salir y visualiza cómo al salir se lleva todo aquello que ya no vale, el enfado de ayer, la queja, la tristeza, de forma que con la respiración entra aire que me alimenta de energía, de vida. Sale aire que se lleva todo aquello que ya no vale y observo esa respiración. Soy capaz de incluso focalizarme aún más en esa respiración y quizás sea capaz de sentir la temperatura del aire al entrar por mis fosas nasales, la sensación que me produce.

Con cada respiración te vas sintiendo más y más presente y te conviertes en este estado de presencia en el observador y observas esa respiración sin juicio, sin análisis, sin rechazo. Puede ser que vengan pensamientos, sentimientos, sensaciones, pero somos el observador. Observamos y sin enjuiciar dejamos ir y volvemos a anclarnos, volvemos a bailar al ritmo de nuestra respiración. Puedes darle incluso un color a ese aire, el color que más te guste, ese color que te reconecta con la energía, con la salud, con la fuerza. Puede ser el azul, el blanco, el verde, el amarillo.

Imagina que el aire al entrar tiene ese color. Imagina que como un pintor con su brocha, ese aire al entrar va pintando todo el interior de tu cuerpo. Ese aire de ese color especial llega al cerebro, baja por la nariz, por los ojos, por las orejas, por la boca, por la barbilla. Ese aire va pintando el cuello.