El Sendero del aspirante independiente - José Tarragó 455v5

Entonces, empezaremos diciendo, pues, esta palabra o esta frase que todos conocéis de quién soy o qué soy. Esta es una pregunta tan antigua y perenne que solamente cada uno, de por sí, tiene que obtener contestación por sí mismo. Eso es fundamental. No porque se diga, no porque se lea, sino uno tiene que tener la contestación por sí mismo.

Si realmente logramos tener esta respuesta, comprenderemos que lo podremos transmitir a otra persona, cuando hay ese conocimiento real de lo que uno es en sí mismo. Entonces, estamos facultados para poder transferirlo a otra persona. Pero, si la idea y la sombra mental de esa respuesta que obtenemos, va a traer, seguramente, responsabilidades en cada uno de por sí.

Por lo tanto, eso puede ser valioso, pero verdaderamente no es lo mismo que experimentarlo directamente. Entonces, surge la pregunta, ¿por qué el estudiante de teosofía que la necesita, tiene que efectuar su propia búsqueda totalmente de nuevo en cada encarnación? Esta es una pregunta que siempre surge hecha de distinta manera, porque debe conocerla por sí mismo, como es natural, no hay otra respuesta dentro de sí mismo, tal y como lo dijo Ramana Maharshi en una ocasión.

Que le hicieron esta pregunta, y él contestó, usted mismo es su propio maestro, sealo.

Como última afirmación de esta frase, sealo. Quien busca la verdad acerca de estos conocimientos, descubrirá que está en contra de la opinión corriente y, en consecuencia, comprenderá que debe de hacerlo por sí mismo y para sí mismo.

Así que, debemos de verificar la verdad en mayúsculas, no mediante la referencia a un libro o conferencia, que verdaderamente es de gran importancia.

Pero la respuesta está en descubrirlo por referencia a nuestra propia experiencia personal.

En nuestra enseñanza teosófica, no hay lugar para quienes están dispuestos a prescindir de los problemas de la vida, con un juicio de segunda mano. Es vital la necesidad de un sincero y real pensamiento individual, de primera mano, que emane directamente del corazón espiritual. Sin asumir postura teórica alguna, ni comprometerse en creencia, ni rótulo alguno, el estudiante de la sabiduría perennia, que está aquí, o teosofía, inicia su búsqueda de la verdad con libertad intelectual y la termina con interior libertad personal. Entonces, él es el que es. Para convertirnos en un seguidor de esa búsqueda, no hay maestro ni consejero.

Para convertirnos en un seguidor de esa búsqueda, no hay maestro ni organización a los que debamos pedir permiso. Estamos en libertad de hacerlo, solo hay que