
2. María, la Mujer que todos amamos 6t1s6n
Descripción de 2. María, la Mujer que todos amamos 2l3v4
Segunda meditación del retiro del mes de mayo, predicado a hombres, sobre la devoción a la Virgen. María es la Mujer por excelencia, en cada mujer podemos ver rasgos de Ella, y amarle a Ella. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/874295 3o4n8
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Por la señal de la santa cruz de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mi inmaculada, San José mi Padre y Señor, ángel de mi guarda intercede por mí. Con tu permiso, Señor. Estamos meditando en este curso de retiro, en este retiro, un poquito en el Espíritu Santo. De eso hemos tratado en la primera meditación.
Y si queremos recibir al Espíritu Santo plenamente, si queremos atraer al Espíritu Santo, no hay mejor táctica que permanecer junto a la Virgen, su esposa. Como los primeros discípulos que recibieron el Espíritu Santo estando congregados en torno a María. María, la Virgen, es como un imán del Espíritu Santo.
Y ahora estamos en el mes de mayo, que es precisamente el mes de la Virgen. Tenemos tantas costumbres como las romerías de mayo y otras muchas costumbres para tratar a la Virgen, ¿no? Es lógico que nosotros tengamos un amor grande a la Virgen. Nos resulta como muy fácil, Señor, querer a la Virgen María.
Un chico joven le pregunté si tenía trato con la Virgen, si quería a la Virgen, y me contestó, muy gracioso, me dijo, mire, Don José, a mí me gustan tanto las mujeres que me resulta muy fácil amar a la Virgen. Y le gustaban en un buen sentido, ¿no? Pero es verdad, ¿no? Para nosotros tenemos como...
O sea, de alguna manera la Virgen, Señor, reúne todo lo mejor, todo lo bueno de las madres, las hijas, las esposas, las novias, las amigas, las personas entregadas a Dios.
Es el paradigma, el prototipo de la mujer, con mayúscula. Porque es una mujer que no tiene ningún defecto ni ningún pecado, la Inmaculada. Es la mujer tal y como salió de las manos de Dios, de los planes de Dios.
Fray Luis de Granada, por ejemplo, es muy gracioso cómo describe el momento en que el ángel saca a José de sus dudas y al enterarse María, dice que María le dio un abrazo enorme a José agradeciéndole el que no hubiera desconfiado de ella. Y dice, Fray Luis de Granada, porque en cuanto al amor y reverencia conyugal nunca se halló jamás tal corazón de casada para con María, como el de la Virgen María. María es, ya digo, no solamente la mujer tal como la pensó Dios en sus planes, sino la que remediaría la soledad humana, es la que enseñaría al hombre a amar y a entregarse, en definitiva, la obra maestra de Dios, junto con el hombre también, claro.
En una de sus homilías sobre la Virgen, San José María comenta esta frase de la Eclesiastés, yo soy la madre del amor hermoso, y dice, la Virgen nos da una lección de amor hermoso, de vida limpia, de un corazón sensible y apasionado. No es un amor cualquiera este, es el amor.
Aquí no se dan traiciones, ni cálculos, ni olvidos, un amor hermoso, porque tiene como principio y como fin el Dios tres veces santo, que es toda la hermosura y toda la bondad y toda la grandeza. Así es el amor de nuestra madre, así es ese amor de la Virgen, que decía San Juan Pablo II, que la historia del amor hermoso comenzaba con ella, con la Virgen, el amor hermoso.
Y nosotros, que queremos amar como la Virgen, con un amor limpio, sensible, apasionado, sin traiciones, sin cálculos, sin olvidos, sin deseos de dominio, pues con un amor que tiene su origen en Dios y que lleva a amar las criaturas de Dios, pues es lógico que nosotros acudamos a la Virgen para que nos enseñe a ser personas que cuidan de los demás, que aman a los demás, especialmente, pensaba, a las mujeres. ¿Cómo trataría San José a la Virgen María? ¿Podemos pensar? ¿Con qué?
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