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Psicología Cruda con Ventura Psicólogo
Conversación con Carmen Posadas - Lo Que Nadie Cuenta Del Titanic… y Lo Que Dice De Nosotros

Conversación con Carmen Posadas - Lo Que Nadie Cuenta Del Titanic… y Lo Que Dice De Nosotros 1c2x54

27/5/2025 · 45:12
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Psicología Cruda con Ventura Psicólogo

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¿Y si tus complejos de infancia fueran el origen de tu vocación y cómo esta se ve mediada por los mismos? Una conversación íntima entre Carmen Posadas y Ventura sobre identidad, dolor, escritura y libertad. Desde el Titanic hasta el psicoanálisis, un viaje por las heridas que forjan quiénes somos y sobre cómo lo profundo, se expresa en lo cotidiano 6h1470

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Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

¿Te acuerdas con cuál de tus libros escribí un artículo que no lo volvimos a leer? Es que llegaste a escribir de los dos, del de hasta los cojones y del de te estás jodiendo la vida, que siempre es la sutileza de la lencería de Esparto. Por desgracia no soy muy elegante, Carmen.

Bueno, lo importante es la eficacia.

No, no lo sé. A ver, ¿está grabando? Vale.

Bueno, bienvenidos a un episodio más de estas conversaciones, que es el nuevo formato que estamos teniendo en el podcast de Psicología Cruda, donde, ya sabéis, el objetivo, como siempre, es traer a una persona de otra disciplina para ver un enfoque psicológico aunando el conocimiento de su tema con un análisis psicológico por mi parte.

El día de hoy para mí es un privilegio presentar a una de las grandes plumas de la literatura hispana, nada más y nada menos que a Carmen Posadas. Carmen, muchas gracias por venir hoy aquí.

Muchas gracias por invitarme, he estado deseando.

Bueno, yo la verdad que agradecértelo, además, fíjate, me sale contártelo, recuerdo mucho a mi madre leyendo Pequeñas Infamias, que era un libro que releyó varias veces, y recuerdo mucho de verlo en tus manos, ¿no? Y la verdad que me hacía especial ilusión por eso, ¿no? El poder tener hoy un encuentro contigo y, bueno, seguro que mi madre que está en el cielo hoy nos estará viendo.

Nos estará viendo, la verdad que sí.

Y nada, la verdad que decirte que para mí por eso, aparte de por ti como personaje literario e intelectual, pues la verdad que me hace especial ilusión por eso.

Y voy a parar porque me voy a poner aquí a echar la lagrimita fácil.

Bueno, pues se lo dedicamos a ella, ¿eh? Va por ti.

Va por ti, mamá. Bueno, pues en primer lugar, si te parece, claro, imagínate, nos vienes a hablar con un psicólogo, así que vamos a empezar por tu infancia.

Vamos a tirar de cliché, ¿no? No podía ser de otra manera.

Y mira, Carmen, tú siempre cuando hablas, hablas de tener otras hermanas, ¿no? Y de siempre cómo te vivías tú en la comparativa con tus hermanas, ¿no? Que decías que eran como buenísimas y estupendas, y tú te veías ahí un poco.

Y cuéntanos un poco, ¿cómo era esta sensación de verte un poco de esa manera diferente o de compararte siempre en el reflejo de esas dos hermanas tan bien puestas, ¿no? Sí, esto lo tengo que contar muy a menudo porque ese es el comienzo de mi vocación literaria.

Eso es, precisamente por eso lo sacaba.

Entonces yo era la fea de la familia, todos eran divinos.

Mi padre era como un actor de cine, mi madre deslumbrante, mis hermanas monísimas, rubias de ojos verdes.

Y yo era el conguito de la familia y además era la mayor.

Y entonces era muy afrentoso porque íbamos las tres juntas vestidas iguales por la calle y la gente se paraba y decía, ¿qué ojos tan divinos tiene Mercedes? ¿Qué pelo maravilloso tiene Dolores? A continuación venía un pequeño silencio y decían, la mayor es muy alta.

Esa era yo.

Me sonó algo parecido. Mi hermano era muy listo y conmigo me decían, bueno, qué simpático, ¿no? Qué sala aventura, ¿sabes? Claro, porque bueno, tú lo sabes mejor que nadie, ¿no? Ahí es donde se fragua la personalidad de la gente, ¿no? Yo eso lo tengo muy observado. Fíjate, te lo voy a preguntar a ver si esto es posible.

Yo que me creía tan fea, y en efecto lo era, a lo largo de mi vida luego mejoré un poco.

Nunca me he llegado a creer guapa porque como me quedé con la información esa que captas cuando eres muy pequeña y en cambio recuerdo que tenía una amiga que era monísima de pequeñas.

Era un sueño, pero al crecer se volvió una persona muy fea y seguía teniendo esa enorme seguridad que da la belleza.

Pues mira, esto se debe a que ahí se fragua lo que se llama un esquema emocional, ¿vale? Un esquema emocional es más como una vivencia o una sensación que interiorizamos.

Normalmente porque vivimos varias experiencias en torno a algo, ¿no? Por ejemplo, un niño que es maltratado puede interiorizar la sensación de que la gente que te quiere puede ser peligrosa, ¿no? Entonces luego de adulto nunca confía aunque tenga una pareja que ya lógicamente no le maltrata, ¿no? Entonces esto ocurre, y desde luego ocurre independientemente, aunque luego la realidad sea distinta.

De hecho, si te cuento en mi caso, yo de pequeño tenía una deformación en la mandíbula, tenía pragmatismo, como en la casa de los Habburgo.

Es muy elegante, muy aristocrático.

Bueno, no sé si sería muy aristocrático, pero yo era más feo que una nevera por detrás, Carmen.

Y entonces, independientemente de que luego me operaran, a mí me siguió quedando esa sensación.

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