
Visitación de la Virgen María 9306q
Descripción de Visitación de la Virgen María 653w2z
La primera actitud de María tras la Anunciación no es replegarse ni encerrarse en su propio misterio, sino salir al encuentro de su prima Isabel, que está embarazada en su vejez. María se convierte en un modelo de caridad diligente: va “con prontitud” a servir y compartir la alegría. 4u62r
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Del Evangelio de Lucas.
En aquellos días María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá.
Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que cuando Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre.
Se llenó Isabel del Espíritu Santo y levantando la voz exclamó ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.
Bienaventurada la que ha creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.
María dijo, proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí.
Su nombre es Santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo, dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.
A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel su siervo acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.
Celebramos hoy la fiesta de la visitación de la Virgen María a su prima Isabel.
La primera actitud de María tras la anunciación no es replegarse ni encerrarse en su propio misterio, sino salir al encuentro de su prima Isabel, que está embarazada en su vejez.
María se convierte en un modelo de caridad diligente, va con prontitud a servir y a compartir la alegría.
El pasaje es un momento profundamente teológico y humano.
Dos mujeres se encuentran, ambas llenas de vida y de esperanza, y también se encuentran dos niños, Jesús y Juan, el salvador y su precursor.
Juan salta de gozo en el vientre, reconociendo ya la presencia del Mesías.
Isabel, movida por el Espíritu, alaba a María, no solo por ser la madre del Señor, sino por su fe.
¡Dichosa tú que has creído! La visitación es un momento de profecía y de confirmación.
Dios está actuando en medio de la historia a través de los humildes.
María responde con el Magnificat, uno de los cantos más bellos y revolucionarios de la Escritura.
No es solo un cántico espersonal, sino la voz de todos los pobres y humildes que confían en Dios.
Dios no se desentiende de la historia, derriba a los poderosos y exalta a los humildes.
Es un canto de justicia, de misericordia y de memoria fiel a las promesas divinas.
La visitación nos invita a salir de nosotros mismos para ir al encuentro del otro, especialmente del necesitado, del anciano, del enfermo, a reconocer a Cristo presente en los pequeños encuentros de cada día, como Isabel lo hizo con María.
A cantar también nuestro Magnificat, es decir, aprender a leer nuestra vida desde la fe, viendo cómo Dios ha actuado en nuestra historia, incluso en medio de las pruebas.
¿Con qué prontitud y generosidad me pongo al servicio de los demás? Estoy atento a la presencia de Cristo en nosotros en lo cotidiano.
Tengo una mirada agradecida y confiada, como la de María.
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