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Saga completa de Dune (6 libros) de Frank Herbert
Hijos de Dune, Capítulo 15 (Audiolibro)

Hijos de Dune, Capítulo 15 (Audiolibro) 6h5z28

31/5/2025 · 25:42
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Saga completa de Dune (6 libros) de Frank Herbert

Descripción de Hijos de Dune, Capítulo 15 (Audiolibro) 6s46t

Hijos de Dune es el tercer libro en la saga de Dune escrita por Frank Herbert en 1976. El libro que le precede en la saga es El Mesías de Dune, y el que le sigue es Dios Emperador de Dune. ~ Nueve años después de la muerte de Chani, del final de la conspiración contra los Fremen, y de que el Emperador Paul Atreides, Muad'dib, ciego y solo, caminara hacia el desierto siguiendo la tradición fremen que aseguraba una muerte rápida, Alia, hermana de Paul y con poderes prescientes similares a los de su hermano, se ha casado con el ghola de Duncan Idaho y se sienta en el trono de Arrakis como Regente Imperial, así como tutora y guardiana de los gemelos nacidos en el momento de morir Chani: Leto y Ghanima. ~ 1h651h

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Y tuvo la visión de una armadura. La armadura no era su propia piel. Era tan fuerte como el plástico acero.

Nada penetraba su armadura. Ningún cuchillo, ni veneno, ni arena. Ni el polvo del desierto, ni su desecante calor.

En su mano derecha sostenía el poder de crear la tormenta de Coriolis.

Destremecer la tierra y erosionarla hasta la nada.

Sus ojos estaban fijos en el sendero de oro.

Y en su mano izquierda sostenía el cetro del dominio absoluto.

Y más allá del sendero de oro, sus ojos miraban hacia la eternidad que sabiera el alimento de su alma y su carne imperecedera.

Heigia. El sueño de mi hermano. Del libro de Ganima.

Sería mejor que nunca llegara a ser emperador. Dijo Leto.

Oh, no quiero decir que haya cometido el mismo error que mi padre y mirado al futuro a través de una lente de especie.

Digo esto por simple egoísmo. Mi hermana y yo necesitamos desesperadamente un tiempo de libertad para aprender a vivir tal como somos.

Guardó silencio, mirando inquisitivamente a Dama Jessica.

Había representado su parte tal como él y Ganima habían acordado.

Ahora, ¿cuál iba a ser la respuesta de su abuela? Jessica estudió su nieto a la débil luz de los globos que iluminaban sus apartamentos en el Siege Tarb.

Eran las primeras horas de la mañana de su segundo día allí.

Y había oído ya cosas intranquilizadoras con respecto a la noche de vigilia que los gemelos habían pasado fuera del Siege.

¿Qué era lo que estaban tramando? Ella tampoco había dormido bien, y sentía los ácidos de la fatiga exigiéndole que interrumpiera la constante y tensa vigilancia.

La que había mantenido a través de todas las urgentes necesidades hasta aquella crucial escena en el espacio puerto.

Aquel era el Siege de sus pesadillas.

Pero fuera no había el desierto que ella recordaba.

¿De dónde han surgido todas esas flores? Y el aire a su alrededor era demasiado húmedo.

La disciplina de los destiltrajes se había relajado entre los jóvenes.

¿Quiénes sois vosotros, chiquillos? ¿Qué necesitáis tiempo para aprender sobre vosotros mismos? Preguntó.

Leto agitó suavemente la cabeza, sabiendo que aquel era un extraño gesto de adulto en un cuerpo de niño.

Recordándose a sí mismo que no debía dar tregua a aquella mujer.

En primer lugar, yo no soy un chiquillo.

Oh, se tocó el pecho.

Este es un cuerpo de chiquillo.

No hay ninguna duda sobre ello.

Pero yo no soy un chiquillo.

Jessica se mordió el labio inferior.

Aún sabiendo que aquel gesto la traicionaba.

Su duque, muerto hacía tantos años en aquel condenado planeta, siempre se había reído de ella cuando se lo había descubierto.

Tu única reacción incontrolada era como definía aquel gesto de morderse el labio.

Me dice que estás turbada, y yo debo besar esos labios para calmar su temblor.

Ahora, este nido que llevaba el nombre de su duque, la impresionó hasta el punto de detener por un instante los latidos de su corazón simplemente sonriendo y diciéndole, estás turbada, lo veo en el temblor de tus labios.

Necesitó la más profunda disciplina del adiestramiento venigesserit para recuperar una apariencia de calma.

Consiguió decir, te estás burlando de mí.

¿Burlarme de ti? Nunca.

Pero debo hacerte comprender claramente lo muy diferentes que somos.

Permíteme recordarte que Georgie Delciech, hace tanto tiempo, cuando la vieja reverenda madre te cedió sus vidas y sus memorias, sintonizó contigo y te cedió aquella... aquella larga cadena de embutidos.

Cada uno de ellos una persona.

Aún la tienes en tu interior, así que sabes algo de lo que Ganyma y yo experimentamos.

¿Y Alya? Preguntó Jessica probándolo.

¿No has discutido eso con Gany? Quiero discutirlo contigo.

Muy bien, Alya negó lo que era, y se convirtió en lo que más temía.

El pasado interior no puede ser relegado al inconsciente.

Es algo peligroso para cualquier ser humano, pero para nosotros los prenacidos es peor que la muerte.

Y esto es todo lo que diré acerca de Alya.

Así tú no eres un chiquillo, dijo Jessica.

Tengo millones de años de edad.

Esto requiere ajustes que ningún ser humano se ha visto obligado a realizar hasta ahora.

Jessica sintió, ahora calmada, mucho más cautelosa de lo que había sido con Ganyma.

¿Y dónde estaba Ganyma? ¿Por qué Leto había venido solo? Bien, abuela, dijo Leto.

¿Somos abominaciones o somos la esperanza de los Atreides? Jessica ignoró la pregunta.

¿Dónde está tu hermana? Está distrayendo a Alya para impedirle que venga a molestarnos.

Es necesario.

Pero Gany no te iba a decir más de lo que yo te he dicho.

¿No te diste cuenta de eso ayer? Lo que yo observé ayer es asunto mío.

¿Por qué vais parloteando sobre abominaciones? ¿Parloteando? No me vengas con tu jergavenilla, querida abuela.

Podría hacer lo mismo contigo, palabra sobre palabra, sacándolo todo de tus propias memorias.

Quiero algo más que el temblor de tus labios.

Jessica agitó la cabeza captando la frialdad.

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