48. Confesiones de una terapia feminista. ¿Por qué no puedes perderte eternas? 4qv3w

Bienvenidas a un episodio más. Imagina que estás conmigo en una sesión y cuéntame, si te dijera que no estás solita en lo que sientes respecto a tu práctica clínica, porque el trabajo de la psicoterapia es muy solitario, no se entran muchas dudas y creo, y lo he visto porque he tenido círculos de terapeutas en otros años, en donde trabajamos autoestima, técnicas, confianza, pero si yo te dijera que somos muchas las que estamos sintiendo ese miedo a fallar, miedo a no ser suficientes, a no ayudar demasiado a los pacientes, miedo a que no llegue a los objetivos, a que no estemos logrando nada, a que piensen que yo no sé, a que descubran este famoso síndrome de la impostora, que no sé nada, somos muchas.

¿Qué pasaría si te dijera que somos muchas las que cargamos con el desgaste emocional de sostener a otras personas? Porque es muy complejo, o sea, no es una práctica fácil a nivel corporal porque vamos cargando todas las emociones de los pacientes o las consultantes y entonces llega un momento en el que el cuerpo constantemente se siente agotado o incluso enfermo, ¿por qué? por todo ese desgaste emocional, y tampoco eres la única que tiene ese, como tiene este miedo a fallar, pues constantemente busca formarse, estar en diplomado, tras diplomado, tras maestría, tras diplomado, es una compensación, diríamos en terapia de esquemas, pero no es la única, de hecho creo que es el perfil muy común de los y las psicólogas. Bueno, yo sí creo que la psicoterapia es un trabajo complejo en cuanto a lo solitario que es, porque efectivamente no hay alguien que esté viendo o supervisando nuestro trabajo, o no siempre lo hay.

Sí, claro, lo podemos supervisar con alguien más, pero siempre desde nuestra mirada. Además de que todo el día podemos pasar el tiempo con consultantes, ver a nuestros colegas ahí en otros consultorios, pero no es un espacio de encuentro cálido donde podamos hablar, comer juntos, o sea, en realidad cada uno está en su espacio, o bueno, así lo hacemos nosotras, somos tres psicólogas, una abogada, y pues cada quien tiene sus horarios para usar los consultorios, usualmente cuando yo coincido con alguna, pues ella está en su consulta, yo estoy en mi consulta, nos despedimos y listo, y se vuelve solitario, es un trabajo solitario, por eso necesitamos redes de apoyo, para sentirnos vistas, para sentirnos acompañadas, para sentir que no estamos sintiendo solamente nosotras todo esto, por eso se hacen estos eventos, estos círculos, estas sesiones de supervisión, de acompañamiento, para sanar toda esta, no sanar, pero sí para acompañar estas emociones que son muy duras en la profesión.

Bueno, esta fue la razón por la que yo creé Eternas, es un evento muy hermoso, le tengo mucho cariño, mucha fe, porque está principalmente pensado para honrar nuestro trabajo, para celebrarnos, se los comentaba hace rato el perfil de los psicoterapeutas y de las psicoterapeutas, es sentir que lo que hacemos no es suficiente, o sea, nada de lo que hago es suficiente, siempre tengo que dar más, y bueno, eso simplemente no es justo y además no es sano, entonces sí me encantaría que aprendiéramos a vernos, a celebrar todos nuestros gustos, a notar, a registrar y decir claro, o sea, efectivamente estoy haciendo, estoy estudiando, estoy logrando, estoy avanzando, me estoy supervisando, estoy aprendiendo, pero no lo hacemos así, como tenemos tanta exigencia, lo que hacemos es como minimizar esos logros y en lugar de honrar todo este trabajo, pues vamos exigiéndonos cada vez más, porque sí he visto este perfil muy comúnmente, termino un diplomado y empiezo otro, todavía ni termino este y ya estoy en otro, ese es el perfil, y no es que sea malo, yo creo que los y las psicoterapeutas tenemos que estar en constante formación, pero sí creo que a veces lo hacemos desde el miedo, desde la exigencia, desde llevarnos al desgaste, y hoy quiero que este año, o sea, sí me gustaría que este año celebráramos, aquí en México el día del psicólogo es el veinticinco.