236 Calmar frío 2p4zf

Calmar frío al valerme de este enunciado no hago estricta referencia al frío físico sino que buscó a aludir a ese frío anímico que nos invade en algunas coyunturas y que provoca que cuanto nos sucede entorno contribuye esa sensación de malestar e intemperancia porque hay veces en nuestra vida en que sentimos como una mano de hielo en el interior como si una ráfaga de viento glacial nos asaltada y cubriera cuánto de cálido poseemos internamente pero volviendo al paralelismo del inicio aún no entendiéndolo como frío físico al igual que este requiere ser combatido y si en su caso nos armamos de mantas ropa de abrigo y surtidores de calor para enfrentarlo también habríamos de buscar qué elementos herramientas o medios tenemos para protegernos contra él cuando es mental o espiritual para lo cual yo considero que es fundamental saber qué lo ha provocado donde tiene sus raíces su origen o su razón de ser en este apartado se hace obligado y casi inevitable destacar algunas sensaciones que adquieren protagonismo y relevancia como son la desesperanza el miedo la angustia la inquietud porque experimentarlas en muchas ocasiones supone algo equivalente a notar una frialdad punzante que nos des templa íntimamente pero también lo despiertan elementos aparentemente inofensivos tales como una mala cara por parte de alguien con quién nos relacionemos o un silencio antipático en una situación incómoda por no mencionar ese cúmulo de piezas que tan fácilmente eludibles y evitables son y en el que se hallan entre otras un gesto adusto una voz airada una contestación inesperadamente dura una reprobación inmotivada e hiriente o importuna acciones del mismo es dilo pues para atemperar ese frío para derretir esos témpanos para fundir esos carámbanos es imperativo contar con una fuente de calor que cumpla debidamente con esos cometidos a mi parecer procede acudir a lo que nos provea de las impresiones si no contrarias si alternativas cuando menos elementos que nos infundan tranquilidad placidez bienestar comodidad o complacencia porque lo primordial es encontrar refugio y en este punto apremia mencionar que no existe mejor cobijo que un abrazo amigo que cuenta con el inconmensurable poder de caldear hasta lo más he que albergue hemos que constituye la panacea idónea para esa clase de sinsabores rara es la ocasión en la que envolverse en algo cálido no resulta apetecible y placentero pero hay instantes que lo demandan con verdadera intensidad y urgencia y cuando esto se produce es preciso dejar c llevar por esa necesidad y darle vía libre cuando sintamos que algo semejante a una frígida crudeza quiere atraparnos se hace perentorio acudir a cualquier fuente de calor de que dispongamos para alejar esa