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Imponerse a la indecisión muchos momentos de nuestra vida nos abocan a elegir entre como mínimo dos opciones y cuando lo demoramos lo posponemos o cerramos los ojos a la evidencia estamos desperdiciando mucho más de lo que pensamos porque tal vez lo que perdamos no sea solo tiempo sino también oportunidades su ocasiones que vamos a lamentar cierto es que hay circunstancias en las que no nos sentimos ni lo suficientemente fuertes ni lo suficientemente competentes para abordar algunas encrucijadas y otorgamos preeminencia y supremacía a nuestra tranqui agilidad y comodidad frente a ese dilema estancado que requiere de respuesta y de reacción quizás sí deberíamos poder permitirnos ese paréntesis en contados casos pero tal hecho debería figurar en nuestra existencia como la excepción y no como la norma y si lo que nos detiene es que somos conscientes de que no vamos a poder buscar más culpables que nuestra propia decisión habríamos de ser valientes y llevarlo a cabo porque no es únicamente un modo de apr vender y de adquirir soltura respecto a determinados lances sino un medio de evolucionar de saber encajar lo que haya comportado de consecuencias y de ser capaces de itir nuestra debilidad da y nuestras limitaciones para ganar altura en otros aspectos de nuestro carácter y para esas disyuntivas de veras difíciles en las que resulta arduo y complejo tomar una determinación no está de más y que practiquemos para adquirir destreza y nada mejor que empezar empleando aquellos episodios en los que parece simple o asequible pronunciarnos con el fin de entrenar nuestra forma de conducirnos en situaciones más comprometidas pero además si hay algo que no ofrece dudas es que en nuestro desenvolvimiento diario nos mueven en nuestra actuación impresiones efectos y sensaciones que afectan a nuestro ánimo en mayo or o menor grado y de manera más o menos obvia o patente lo cual implica a mi parecer que hemos de tener en cuenta eso significativos elementos porque a la hora de enfrentarnos a la conclusión de lo que sea hemos de valorar cuánto pesa lo que pueda condicionarnos en su elección y es que es fácil que tomemos una resolución que se encuentre asentada en factores emocionales los cuales pueden provocar que nos decantemos por lo que carece de sentido o no reviste la menor utilidad o provecho sin embargo y aunque parezca contradictorio con lo recientemente apuntado hay instantes en que puede suponer una buena táctica rendirnos a nuestra intuición y utilizar aunque me repita a la hora de recurrir a ello el juego de lanzar una moneda al aire y no por plantearnos aceptar lo que hayamos adjudicado a la cara o a la cruz sino porque seguramente justo antes de que se dirima el resultado vamos a descubrir cuál es nuestro verdadero anhelo se pondrá de manifiesto con el imperioso deseo de que la moneda caiga de un lado determinado