
#173: Cómo Salvar al Periodismo (y la Democracia) en la Era Digital 191b18
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En la era del clic compulsivo y la desinformación masiva, el periodismo se enfrenta a su mayor desafío. ¿Hacia dónde va la profesión que nos informa, nos conecta y nos permite entender el mundo? Este episodio especial de Psicología Cafeínica es una reflexión fruto de mi formación en el Experto en Periodismo Digital de la UOC, concretamente para la asignatura de Herramientas y Recursos Digitales. Una experiencia que me ha hecho replantear mi papel en los medios y apostar por una comunicación que enaltezca la labor periodística. Exploraremos cómo las redacciones han cambiado radicalmente, pasando del ruido de las máquinas de escribir al silencioso poder de los algoritmos y las métricas del engagement. Referenciaré testimonios como el de Iñaki Gabilondo y Pérez Reverte, e intentaré dar respuesta a los siguientes dilemas: ¿puede el periodismo sobrevivir en la era digital sin perder su esencia? ¿Es posible un periodismo que divierta y agite, sin renunciar al rigor? ¿Cómo reconstruir la confianza en un mundo donde la información se confunde con el bulo? Prepárate un café y desperta tu espíritu crítico. MI NUEVO LIBRO: https://amzn.to/48luogc MI ANTIGUO LIBRO: https://amzn.to/3Uh0806 BOLETÍN DE CORREO: https://www.franjodarpsicologo.com/boletinfranjodar TELEGRAM: https://t.me/+piXEZn8s0c4yZTU0 «INVÍTAME A UN CAFÉ: https://www.buymeacoffee.com/franjodar REFERENCIAS: El arte de sentirse mejor: Cómo mejoro mi salud mental (y tú también puedes) (Libros singulares) de Matilda Heindow: https://amzn.to/4iO4rtz O: Web: www.franjodarpsicologo.com www.instagram.com/franjodarpsicologo www.youtube.com/FranJodarPsicologo MÚSICA: Music provided by Chillhop Music Psalm Trees - Breathe In https://chll.to/9578f2b6 ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/485784 5533r
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El periodismo vive una de las transformaciones más radicales de su historia. Hace pocos días el Washington Post mandaba un ultimatum a sus periodistas. ¿Cambio o adiós? De momento, voluntario. Pero todo está por ver. De hecho, la entrada de Donald Trump a la Casa Blanca coincidió con un cambio en la línea editorial de este periódico, Libertad y Mercado. ¿Hacia dónde se dirige la profesión de la información en la era de la información? Hoy quiero hacerte partícipe de una reflexión con la que culmina mi formación en experto en periodismo digital y transmedia en la UOC.
Una formación que me ha hecho replantearme mi papel en los medios digitales y que es artífice de mi transición hacia una comunicación que enaltezca la labor periodística por encima del entretenimiento y la creación de contenido. Así que te voy a dar la bienvenida a un nuevo episodio de Psicología Caféínica, un podcast para despertar tu fuerza, sabiduría interior y, más que nunca, tu espíritu crítico.
Te habla Fran Jodard, psicólogo cafeínico, humano antes que profesional, y si es la primera vez que te pasas por este podcast, te doy mi más enérgica y sincera bienvenida. Si ya eres una persona que me sigue desde hace tiempo, pues enormemente encantado por tu fidelidad y que estés de nuevo aquí con un cafelito.
Hace poco Iñaki Gabilondo y Luis del Olmo se encontraban en la Biblioteca Nacional para reflexionar sobre el periodismo de entonces y el periodismo de hoy. Y en esta conversación de viejos rivales que competían con unos principios férreos, apuntaba Iñaki Gabilondo que el oficio no está en crisis porque la tecnología lo haya arrasado, sino porque la desinformación, la precariedad y la pérdida de credibilidad han roto su vínculo con la ciudadanía.
El periodismo todavía tiene que decidir cómo se posiciona frente a las amenazas que acechan a las sociedades democráticas, cómo informar cuando el genocidio se blanquea en Eurovisión, cómo tomar de la mano a quien te da de comer cuando esa mano es la misma que ocasiona las noticias sobre las que debes informar. Por todo ello, cabe preguntarse si hay espacio para la esperanza, si hay espacio para hacer periodismo con decencia, como apela Gabilondo, un periodismo que no puede erradicar las fake news pero puede brillar luchando contra ellas.
También cabría preguntarse si aún la verdad importa a quienes interpela el periodismo, al gran público, a la gran amalgama de audiencias que no solo tienden a la polarización sino que parece que desean perseguirla. Vemos cómo en estos tiempos no solo está en riesgo el periodismo sino la esencia misma de la democracia, algo que va ligado inexorablemente a la rigurosidad de la tarea informativa y al cimentado del pensamiento crítico que deriva de ella.
Quizá incluso más que pensamiento debamos apelar al espíritu, al espíritu crítico, puesto que necesitamos apelar a una naturaleza del género humano que pueda ser aún incorruptible frente a las tentaciones libidinosas que ofrece al género humano el totalitarismo moderno. Un totalitarismo que ya no usa símbolos y lenguaje militar sino un totalitarismo que mimetiza los comportamientos y anhelos de las clases populares.
Un totalitarismo deslenguado, canalla y que presume de éxito haciéndose selfies en medio de un estrado. Las redacciones quizás son quienes más han sufrido la transición al siglo XXI, de espacios tumultuosos con atmósferas nicotínicas y especímenes con pedigrí que aporreaban máquinas de escribir mientras cobraban fortunas, a oficinas domésticas con reporteros mileuristas armados con portátiles y teléfonos con una manzana mordida y una única consigna, do it yourself, pero más te vale que tenga visitas.
Jesús Fernández Úbeda preguntó a uno de aquellos supervivientes en su libro Nido de Piratas la fascinante historia del diario Pueblo y esto fue lo que contestó, ya no hay, como digo, periódicos ni periodistas así. Llegué al oficio cuando aún lo practicaban ellos y a su lado tuve la suerte y el privilegio de echar los dientes y de que se me empezaran a retorcer los colmillos como Dios manda. Conservo el amor profundo por aquel periodismo bronco, caliente, hecho de olfato y de oficio, donde tantos de ellos se dejaron la salud y la vida.
Aquella droga que cada amanecer borrachos y de arribada les manchaba los dedos de la misma tinta fresca que les corría por las venas, con grandes titulares en primera y su firma en un recuadro, firma aquella que fue por otra parte su único patrimonio. Leyendo esta nostálgica descripción de Pérez Reverte uno no puede, por más que lo intente, encontrar un atisbo de esperanza y pareciera que sólo pudiera dar el pésame al periodismo, a la profesión. Reconozco que hasta yo he hecho en falta un periodismo que nunca viví y que...
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