¿Y si elijo estar soltera? #66 3i6m2s

Bienvenidas y bienvenidos a Inquiétame. Hoy venimos con una propuesta un poco contragultural. Hablar de la soltería como algo más que una etapa de espera o una consecuencia del llamado fracaso amoroso.

Porque muchas veces estar sin pareja se interpreta como estar incompleta o defectuosa o directamente como que alguien no ha conseguido lo que se esperaba de ella. Pero, ¿y si lo cuestionamos y le damos una vuelta? ¿Y si estar solo también pudiera ser un lugar deseable, no una pausa, no una herida, sino un espacio ilegítimo para conocerte, crecer y cuidarte? Yo soy José y yo soy Carla y estamos encantados de que estés con nosotros hoy.

Vivimos en una cultura que nos empuja a estar en pareja como si fuera la meta final. De hecho, desde la infancia nos dicen que encontraremos nuestra media naranja. Pero, ¿qué manía con que estamos incompletos? No tienes que sentir que te falta algo. Hay una narrativa que convierte la soltería en sospechosa, por decirlo así. Si estás solo o sola durante mucho tiempo, la gente asume que algo te pasa. Muy exigente, poco abierto, tiene traumas.

No se come un rosco. Como si siempre hubiera una explicación que justificar. Y esa presión pesa, te hace dudar de tu proceso, te hace compararte, sentir que algo estás haciendo mal, cuando quizás simplemente estás en otro ritmo o estás eligiendo conscientemente estar en soltería y disfrutar de ella. Y precisamente para reconectar contigo y reconectar tu propia frúgula interna, es importante entender que la soltería también puede ofrecer muchas cosas.

Estar solo no es estar estancado. Es una oportunidad para redescubrirte, para escuchar lo que de verdad deseas, sin el eco de las expectativas ajenas.

La soledad también permite reparar vínculos contigo mismo, contigo misma, reconectar con tu cuerpo, con tu creatividad, con tu espiritualidad, con tu historia y también con tu silencio. Cuando te vinculas no es de la necesidad sino desde el autoconocimiento, el autodescubrimiento. Cuando ya te conoces entonces es cuando una relación nace desde la elección y eso se nota.

Pero claro, a veces ese miedo a estar solo nos empuja a buscar pareja a cualquier precio y ahí es donde aparece el verdadero riesgo. El miedo a estar sola puede empujarte a relaciones dañinas porque no te das el tiempo suficiente como para llegar a conocer y sopesar si esa relación es buena para ti.

Vincularte desde el vacío es como construir sobre arena. Puedes levantar algo sí, pero cualquier ola lo derrumba. Primero necesitas suelo firme y ese suelo eres tú. Nadie debería ser tu salvación ni tu única fuente de autoestima. El amor cuando llega debería sumar pero no sostener todo lo que tú no sabes darte.

Esto también, por supuesto, nos llega a preguntarnos si no estamos definiéndonos por la pareja entonces ¿quiénes somos de verdad? Muchas personas entran en crisis cuando no están en pareja porque no saben quiénes son fuera del rol de acompañar a alguien. La pareja se convierte en su identidad y entonces cuando no están en ella sucede lo que nosotros llamamos crisis identitaria. Exacto y por eso la soltería también es un espejo. Es importante conocer qué te gusta a ti, que te calma, que te motiva.

¿Sabes cómo gestionar lo que sientes? Si no sabes quién eres sin pareja puede llegar a ser un verdadero reto estar en una relación porque entonces cualquier cosa que amenace la relación amenaza tu identidad. Y a esta búsqueda de identidad también se suman las expectativas externas que a veces pesan más de lo que creemos porque no sólo cargas con tu propia necesidad de encontrarte sino también con todo lo que los demás creen que deberías hacer.

Las comparaciones, los comentarios, las miradas llenas de juicio o de lástima.

Todo eso construye una narrativa ajena que si tú no la cuestionas puede volverse más fuerte que tu propia voz interna. A veces no eres tú quien se siente mal por estar en soledad sino el entorno, tu familia, tus amigos, la propia sociedad proyectan sobre ti una imagen de soledad que no es tu propia.