Reflexiones del Evangelio | Lc 24,46-53 (Ascensión) - 1 de junio de 2025 60234l

El séptimo domingo de Pascua, la Iglesia celebra la Ascensión del Señor.

Si bien esta solemnidad se celebra cuarenta días después de la Resurrección, por motivos pastorales se suele trasladar al domingo siguiente, y en el ciclo C, el texto que toca es el de Lucas 24, 46 al 53.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos.

Así estaba escrito, El Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.

Ustedes son testigos de esto.

Yo les enviaré lo que mi Padre ha prometido.

Ustedes quédense en la ciudad hasta que se revistan de la fuerza de lo alto.

Después lo sacó hacia Bitania, y levantando las manos los bendijo.

Y mientras los bendecía, se separó de ellos, subiendo hacia el cielo.

Ellos se postraron ante él, y se volvieron a Jerusalén con gran alegría.

Y estaban siempre en el templo, bendiciendo a Dios.

¿Qué significa que Jesús haya ascendido a los cielos? La Ascensión desea dar cuenta de dos hechos muy importantes.

Primero, que Jesús ya no está entre nosotros.

La Ascensión nos enseña que Jesús, en su forma física, ya no lo veremos más.

Que su misión en este mundo terminó, y que ha vuelto ya al Padre.

Y que ahora empieza un nuevo tiempo, el tiempo de la Iglesia.

El tiempo en donde ella será guiada y animada por el Espíritu Santo.

Y segundo, su Ascensión destaca el momento de la gloria de Jesús.

Pues una cosa es la victoria que Jesús obtuvo el día de su resurrección, y otra, el reconocimiento público, digamos la premiación o la subida al podio, que tuvo lugar en su Ascensión y que equivale a pasar por el Arco del Triunfo.

Hoy el universo entero celebra la victoria definitiva de Jesús sobre la muerte.

Como nota introductoria, es importante mencionar que la misma persona que escribió el Evangelio según Lucas, escribió también el libro de los Hechos de los Apóstoles.

El Evangelio concluye con el relato de la Ascensión del Señor, y el mismo autor empieza el libro de los Hechos de los Apóstoles con el relato de la Ascensión.

Luego entre el Evangelio de Lucas y Hechos de los Apóstoles hay una continuidad, y el relato de la Ascensión de Jesús vincula ambos textos.

Después el autor del libro de los Hechos nos dice, En mi primer libro, es decir, en el Evangelio, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando, hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo.

Según Lucas, luego de su resurrección, Jesús se quedó un tiempo con los suyos, enseñándoles y explicándoles el sentido de lo sucedido con él.

Y en el relato de hoy Jesús nos recuerda que en la Escritura es escrito, que el Mesías padecerá, que al tercer día resucitará entre los muertos, y que en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados.

Esto significa que a la Iglesia, a su pequeña comunidad, le corresponde, en adelante, predicar la conversión y el perdón de los pecados.

Pero a fin de que pueda hacer esto, Jesús les confirma la promesa del Padre, diciéndoles, Yo les enviaré lo que mi Padre ha prometido.

Quédense en la ciudad hasta que se revistan de la fuerza de lo alto.

Lo que Jesús prometió a los suyos es esa fuerza de lo alto, y esa fuerza no es otra que el Espíritu Santo, cuya venía celebraremos en Pentecostés el domingo que viene.

En Pentecostés la Iglesia quedará llena de Espíritu Santo para que pueda continuar con la obra de Jesús y pueda llevar a todos la buena noticia.

Finalmente, el Evangelio de hoy nos hace una breve descripción de la Ascensión.

Lucas nos dice que Jesús se fue con los suyos al Monte de los Olivos.

Betania se ubica detrás del monte, y la tradición ha ubicado el lugar de la Ascensión en la cima.

De hecho, ahí hay una pequeña capillita que recuerda este suceso bíblico.

Y levantando las manos los bendijo, y mientras los bendecía se separó de ellos subiendo hacia el cielo.

La Iglesia se postra ante este espectáculo y reconoce así no solo el triunfo de Jesús sino también su divinidad.

Ahora el Señor ha vuelto al Padre y está sentado a su derecha recibiendo la gloria del universo entero, por lo que hizo para que nosotros podamos volver a Dios.

Como ya se dijo la secuencia