El misterio sin resolver de Sonia Iglesias | Desaparición en Pontevedra 3j5v29

¡Bienvenidos, bienvenidas un día más al Archivo de María! El caso que os traigo hoy sucede en Pontevedra, en el verano de 2010.

Una mujer sale de su casa por la mañana y desaparece sin dejar ni rastro.

Ni cámaras, ni testigos, ni pistas claras.

Solo incógnitas, rumores y una ciudad entera en vilo.

Hoy traigo el caso de Sonia Iglesias, uno de los misterios más oscuros y frustrantes de la crónica negra en España.

Una historia de desaparición, sospechas y una investigación que, 14 años después, sigue sin respuestas.

¡Empezamos! Sonia Pilar Iglesias Eirín nació el 6 de octubre en 1972 en Vigo, en la provincia de Pontevedra, Galicia.

Creció allí junto a su hermana Mari Carmen y sus padres Alejandro y Carmen.

Tiempo después, la familia se mudó a Pontevedra, una ciudad cercana con la idea de buscar nuevas oportunidades ahora que sus hijas ya eran mayores.

Y fue precisamente en Pontevedra donde Sonia conoció a Julio Araujo.

Él era un hombre divorciado que tenía dos hijos de una relación anterior y pertenecía a una familia bastante conocida en la zona que se dedicaba a representar marcas de muebles y decoración.

Julio era 10 años mayor que Sonia.

Pero a pesar de la diferencia de edad, la relación fue creciendo hasta el punto de irse a vivir juntos.

Según comentaban los vecinos, Sonia y Julio llevaban ya casi 10 años viviendo en la calle Campo de Torre, en Pontevedra.

Antes de eso, estuvieron otros 10 años en un piso que era propiedad de Julio, pero que por lo visto no estaba en muy buenas condiciones.

Fue entonces cuando Sonia se encargó de gestionar todo para comprar un nuevo piso, el cuarto A del número 3 en el barrio Pontevedrés de San Roque.

La idea era mejorar su calidad de vida y sobre todo la de su hijo Alejandro, ya que en ese barrio el niño podría jugar tranquilo en el parque con sus amigos sin preocupaciones.

Un sitio seguro, ideal para criar a un niño.

Pero no todo era tan idílico como parecía desde fuera.

Para el año 2010, la pareja llevaba ya 20 años juntas y la relación estaba muy desgastada.

Julio no trabajaba y bebía todos los días.

Además, estaba bastante enganchado a las maquinas tragaperras.

Sonia estaba ya cansada, pero decidió esperar que su hijo hiciera la primera comunión a principios de agosto.

Organizó la celebración con ambas familias y una vez pasada la fiesta le dijo a Julio que tenía que dejar la vivienda familiar.

Pero él no pareció tomarse en serio aquella conversación.

La tarde del lunes 16 de agosto de 2010, Sonia salió a la calle con Julio y el pequeño Alejandro para disfrutar juntos de las últimas horas de la fiesta de la peregrina, que es una gran celebración de Pontevedra y dura toda una semana, justo cuando el verano ya empieza a despedirse de Galicia.

Esa fue la última vez que se les vio a los tres juntos.

Dos días después, Sonia desapareció para siempre.

Ya habían pasado unos días desde la comunión del niño y Sonia lo tenía superclaro, quería divorciarse.

Pero no quería que su hijo presenciara una posible bronca con Julio si la cosa se torcía.

Así que esa misma noche, después de pasar toda la tarde en la feria, decidió llevar a su hijo a casa de su hermana Mari Carmen.

Quedaron en que al día siguiente ella lo recogería allí y lo llevaría al trabajo, como había hecho muchas otras veces.

El 18 de agosto de 2010, Sonia tenía que volver al trabajo tras las vacaciones de verano.

Sonia trabajaba como encargada en una tienda de Máximo Dutti del grupo Inditex en pleno centro de Pontevedra.

Esa mañana se levantó pronto junto a Julio y salieron en el Daewoo Calos de ella.

Él iba al volante y ella en el asiento del copiloto.

Se dirigieron a una zapatería en la calle Arzobispo Malbar, donde Sonia dejó unos zapatos para arreglar.

A partir de ese momento, todo su misterio.

Según la versión de Julio, él se quedó esperando a Sonia en el coche mientras ella hacía unos recados.

Dice que después de salir del zapatero, Sonia volvió al coche, pero como había mucho tráfico y no podían seguir, decidió bajarse del coche y seguir andando hasta el centro.

Y que esa fue la última vez que la vio.

Pero algo no cuadraba.

Sonia no apareció por el trabajo.

Tampoco fue a recoger a su hijo a casa de su hermana.

Y tampoco ó con sus padres.

Algo que, según la familia, no era nada normal.