
Descripción de Mi compañero 34w48
El narrador de esta historia cuenta cómo conoció a Máximo Gorki en el puerto de Odesa. Durante varios días había observado a Gorki y finalmente comparten pan y sandía. Durante esa comida. Gorki le cuenta cómo termino en Odesa buscando a un antiguo amigo que le había robado dinero y "cosas preciosas". El narrador decide ayudar a Gorki y ambos emprenden un viaje a pie hacia Tiflis. Guion original de Máximo Gorki. Guion adaptado de Manuela González. Interpretado por: Luis Alonso Carrasco, José Segura, Rafael Naranjo, Rafi de la Torre y Pablo Jiménez. 4g6i5h
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
RTVE Audio, descarga la nueva app y disfruta de los programas de RNE y nuestros podcast originales.
Silencio, se habla.
Una hora semanal dedicada al espectáculo y dirigida por nuestros cómicos y autores a la imaginación de los oyentes.
A partir de este momento, mi compañero, de Máximo Gorky, en versión radiofónica de Manuela González Zava.
Gorky es un seudónimo que en ruso significa amargo.
La vida de Gorky fue amarga, agitada, trágica, aunque al fin llegó al literato famoso. Niño maltratado, trapero, vagabundo, panadero, pescador, periodista, político, aunque nunca encajó en nada.
Quizá porque era solo y profundamente un observador de los hombres y las cosas.
Un escritor.
Mi compañero está interpretada por Luis Alonso Carrasco y José Segura, con dirección y realización de Gonzalo Corella.
Le encontré en el puente de Odessa.
Hacía tres días que le veía por todas partes.
Era como una estatua rechoncha, compacta, consemplante de tipo oriental y barba en collar.
Pasaba y volvía a pasar ante mis ojos.
Se estaba quieto horas y horas sobre las piedras del muelle, con el puño del bastón metido en la boca, mirando tristemente con sus ojos almendrados el agua turbia del puerto.
Otras veces se me cruzaba diez veces al día, andando al paso, como un hombre que no tiene preocupaciones.
¿Quién sería? Me puse a observarle.
Él, como si quisiera burlarse de mí, se situaba más y más a menudo al alcance de mi vista.
Y ya se me hizo una costumbre divisar a lo lejos su traje claro a cuadritos, de última moda, su sombrero negro, su andar perezoso y su mirada obtusa y melancólica.
Era algo que no tenía explicación en aquel puerto, entre aquella algarabía de ruidos y gente agotada, gritando y jurando sudorosa.
Todos corrían a calle allá con fardos, polvorientos, y él, indiferente, iba y venía despacio, con un rostro mortalmente aburrido, ajeno a todos.
Por fin, al cuarto día, me tropecé de frente con él y decidí descubrir de una vez quién era.
Me senté a una cierta distancia, con una sandía y un pedazo de pan, y me puse a comer y a observarle, mientras buscaba un medio cortés de entrar en conversación.
Él estaba de pie, apoyado en un montón de fardos de té y lanzaba alrededor miradas sin objeto, tamborileando en su sombrero como en una flauta.
A mí, vestido como un vagabundo, con el correaje del cargador y negro de carbón, se me hacía difícil dirigir la palabra a aquel elegante.
Pero, para asombro mío, me di cuenta de que no dejaba de mirarme, y que sus ojos tenían un fulgor molesto, ansioso, animal.
Tenía hambre.
¿Quiere comer? No dijo nada.
Pero en un gesto dejó al descubierto una fuerte hilera de dientes y lanzó alrededor una mirada suspicaz.
Le acerqué a las manos media sandía y un pedazo de pan.
Lo cogió y desapareció detrás de un montón de mercancías.
De vez en cuando emergía desde allí su cabeza, con el sombrero echado hacia atrás, y con una amplia sonrisa me hacía misteriosos guiños de ojos mientras masticaba.
Le dije por señas que me esperase.
Me fui, y volví con carne y más pan, y se lo di.
De espaldas a él, me quedé junto a los fardos para ocultar al elegante a toda mirada extraña.
Me dañaba verle comer de aquella manera, vencido por el hambre.
Lo agradezco mucho.
Gracias.
No tiene por qué dármelas.
Muchas gracias.
Dios ordena a todo el mundo ayudar a otro sin esperar recompensa.
Pero, ¿qué hace aquí vestido de esa manera?
Comentarios de Mi compañero t5lc