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Una de las verdades más reconfortantes de nuestra fe es saber que Dios nunca falla. A lo largo de toda la Biblia vemos una constante: Dios es fiel y cumple lo que promete. No hay palabra suya que quede sin cumplirse, ni promesa que se olvide. Desde Abraham hasta Jesucristo, Dios ha demostrado que lo que Él dice, lo hace. “No se ha fallado una sola palabra de todas las buenas promesas que hizo el Señor vuestro Dios” (Josué 23:14). Aunque el tiempo pase, aunque nosotros dudemos o desfallezcamos, Él permanece firme y fiel. A veces, nuestras circunstancias nos hacen pensar que Dios se ha olvidado. Pero Él trabaja en silencio, con sabiduría, más allá de lo que podemos ver. Sus tiempos no son los nuestros, pero su plan siempre es perfecto. El apóstol Pedro nos recuerda: “El Señor no tarda en cumplir su promesa, como algunos entienden la tardanza” (2 Pedro 3:9). 5o6g4k
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El libro de Josué es un libro del Antiguo Testamento, en el que el Señor relata la historia de la conquista de la tierra prometida. No es un libro romántico de aventuras, sino es una realidad, que ocurrió las cosas tal y como la palabra de Dios dice. Eso es importante no solo para ellos, que estaban de espectadores allí, sino también para nosotros. Porque lo más importante en nuestra vida es que tú sepas que las promesas que Dios te hace a ti, Dios las va a cumplir. Él no es hombre para que mienta, y Él no se desdice de lo que ya ha dicho. Él va a mostrar fehacientemente en nuestra vida que aquellas promesas que Dios nos da, se van a cumplir en nuestra vida.
Dios no tenía un pueblo. El Señor, cuando eligió a Abraham para construir un pueblo a través de la simiente de Abraham, Abraham no era judío, era un idólatra. No había pueblo tampoco, no tenía ninguna esencia, ningún idioma, ninguna gastronomía. Era un proyecto. Y cuando Dios eligió a Abraham para mostrar la tierra prometida y decirle que un día, de su herencia, de su linaje, alguien tomaría esa tierra prometida, el interés de Abraham en hacer litigios y guerras contra las personas que había en aquella tierra era nulo.
Abraham no quería pelearse con nadie. Ese es el mismo interés que tenía yo en el plan de Dios para mi vida. ¿Qué interés tenía? Cero. Yo no tenía interés en aquellas cosas que Dios tenía interés para mi vida. Mis planes no eran los suyos, ni mis objetivos los suyos tampoco. Ahora, cuando Dios se revela en nuestra vida, como lo hizo en la vida de Abraham, Él se revela en nosotros para que tú y yo podamos de buena voluntad en nuestra vida, amorosamente, dejarnos llevar y cumplir con aquel propósito que tiene Dios para nosotros.
Dios tiene un propósito para nuestra vida. Y cuando tú eres consciente de eso en tu vida, no habrá ningún otro objetivo más importante que ese, que en apropiarte de las promesas que Dios te da para que tú puedas ser consciente en tu conciencia y en tu espíritu de cuán grande es el amor de Dios y cuán grande es su fidelidad para nuestra vida. Que Él va a cumplir con aquellas promesas que Él nos da, porque ese es el sello inconfundible de su fidelidad en su proyecto, en su voluntad para cada uno de nosotros. Amén, hermanos.
La exhortación que Josué le hace aquí al pueblo de Dios, lo reúne y le dice, ¿hasta cuándo seréis negligentes en no poseer toda la tierra prometida que Dios os ha dado? La tierra prometida para los israelitas, recordar que Abraham no fue el que tomó la tierra, Abraham vislumbró la tierra, vio el perímetro, la dimensión, el lugar donde era, pero fue la sexta generación del linaje de Abraham, de la descendencia de Abraham, el que tomó la tierra prometida, fue Josué. Josué fue el encargado de conquistar la tierra prometida.
Esa tierra no estaba vacía, estaba llena de pueblos que moraban ahí por generaciones y pueblos a los cuales Dios tenía que vencerlos porque no iban a entregar las tierras voluntariamente.
Estaban ahí, pertrechados, dispuestos a pelear y a dar la batalla, ¿para qué? Para no ser expoliados y sacados de sus tierras, de sus casas, de sus riquezas. Y Dios eligió a Josué para esta tarea, la tarea de conquistar la tierra prometida. Esta conquista de la tierra prometida se hizo en dos etapas. La primera etapa fue la conquista en sí mismo de la tierra. Josué entró en la tierra prometida. Primero puso el ejército con el cual iba a entrar en esa tierra a orillas del río Jordán y la primera ciudad fortificada que se encontró fue Jericó. Creo que fue
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