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Descripción de Marcos Díez - Ataduras que arrastra el ser humano 646r26
El ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, fue llamado a la libertad. Sin embargo, a lo largo de su caminar por el mundo, va recogiendo ataduras: heridas del pasado, pecados no confesados, miedos, rencores, vicios y una constante búsqueda de sentido fuera de Dios. Estas ataduras no siempre son visibles, pero pesan en el alma. A veces se manifiestan como una tristeza constante, una falta de paz, una vida vacía aunque llena de cosas materiales. Son cadenas que no se ven, pero que impiden avanzar con ligereza hacia el propósito divino. Jesucristo vino precisamente a romper esas cadenas. Él dijo: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar la buena noticia a los pobres… para dar libertad a los oprimidos” (Lucas 4:18). La verdadera libertad no viene del mundo, ni de acumular logros o placeres. Viene del encuentro con Cristo, quien nos muestra nuestra dignidad de hijos de Dios y nos limpia de todo lo que nos ata. En Él, podemos soltar el pasado, perdonar, dejar el orgullo y permitir que su amor nos sane. 2e285y
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Gloria a Dios. Gracias por este día, gracias por tu misericordia, lo que estás compartiendo ya en medio nuestro. Sigue ayudándonos en nuestra debilidad y queremos aprender de ti que eres manso y humilde. Enseñanos en el nombre de Jesús.
Amén. Me gustaría hablar de ciertas ataduras que arrastra el ser humano. Hay ataduras que son heredadas. Me estaba acordando de los animales tienen lo que llaman el instinto.
Yo tengo un perro en casa que es un perro ovejero, un border collie, y su instinto es el instinto de un perro ovejero que cuida de las ovejas. Y en casa, en la finca, que somos muchos, cuando ve que algún otro niño se acerca a mis hijas, pues le hace como a las ovejas. Les marca en el tobillo, no les hace herida, pero les da un susto que no vean.
Y entonces, pues intentas corregir sus instintos.
Le das un abodo, le corriges, puede moderar su manera de actuar cuando te ve, pero su instinto es el instinto. Y cuando te dé la vuelta o cuando note que estoy, pues va a actuar, su instinto va a ser más fuerte.
Hay los animales domésticos, se pueden domesticar, pero hay áreas del instinto que no se domestican con métodos humanos, y aunque esté ese domesticador de animales, un famoso. Y en el ser humano tenemos áreas heredadas, no las llamamos instintos, las llamamos pasiones, la herencia de nuestra carne, son herencias espirituales que se transmiten de padres a hijos, el pecado que se transmite, el pecado heredado desde Adán, pues lo tenemos congénito y podemos luchar contra esos apetitos, podemos intentar nosotros esforzarnos y luchar contra ellos, pero vemos, como decía, dice la palabra en Colosenses capítulo 2, ciclos 20 al 23, pues si habéis muerto con Cristo, en cuanto a los rudimentos del mundo, por qué como si vivísis en el mundo, sometéis a preceptos tales como no manejes, ni gustes, ni aún toques, en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres, cosas que todas se destruyen con el uso.
Te mantienen un poquito, sujetas un poco tu carne con esos preceptos, con esas ideas, con esos esfuerzos humanos, pero cuando te das la vuelta, aparece otra vez la carne con sus instintos y dice, tales cosas tienen la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo, pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne.
Tus apetitos, tu herencia espiritual de la carne, del hombre caído, del primer Adán, por mucho que tú te esfuerces humanamente, que te apliques y te utilices terapias, incluso terapias de choque, tu carne querrá salir, querrá aflorar, la podrás tener a veces adormilada, pero cuando te des cuenta, aflorará y querrá destruirte, querrá tomar posesión de tu vida, esos apetitos de la carne.
Pablo decía, ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? Por una parte, quiero agravar a la ley de Dios y por otra, mi carne me lleva a agravar a la ley de la carne y mi cuerpo se debe a esa ley. Entonces, ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? Dice, gracias a Jesucristo, que nos libra y nos da esa autoridad. No hay otro camino, no hay un atajo para poder vencer tus pasiones, para ser libre. Esa ligadura heredada, esa herencia
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