Javier Jiménez - Dios quiere hacernos crecer en la fe 623d1e

Bien, vamos a dar paso a la lectura y a compartir, a darle sentido a lo que leamos y tratar de encontrar la revelación de Dios para nuestras vidas para el día de hoy.

Amén. ¿Qué tal estáis? ¿Bien? Bien, pues Dios quiere hacernos crecer en la fe y para que crezcamos en la fe a veces tenemos que pasar por diversas pruebas y las pruebas a veces tienen un aditivo, un condimento, tiene una característica y es que a veces las pruebas son pruebas porque a veces parece que no hay salida.

Si hubiera salida no sería una prueba, ¿no? Quiero decir que una prueba de las que nos hacen crecer en el Señor y la que nos hace tener más confianza en Dios y madurar en Él son cuando tenemos situaciones en las que no le vemos una salida humana.

Entonces, yo creo que todo siervo de Dios que se precie tiene que haber tenido una o muchas veces estas experiencias.

En esta situación sí que no hay salida.

Y entonces cuando en ese momento uno se rinde al Señor y sobre todo jamás le da la espalda, ni reniega, ni se ofende, ni duda, ni cuestiona sino simplemente acepta y reconoce que a pesar de todo, a pesar de todo y a pesar de todos Dios es el que tiene la última palabra.

Entonces es cuando el Señor tiene libertad, poder y autoridad y entonces vemos su mano.

Yo he tenido situaciones que no voy a contar aquí porque ahora no es el momento pero situaciones en las que no hay salida.

Y cuando no hay salida es cuando Dios manifiesta su poder, su autoridad y manda los recursos de Él que son los milagros, son sus ángeles, es su provisión y en circunstancias también el juicio divino.

Hoy vamos a ver varias historias de personas que llegaron al límite y en ese momento en el que uno ya no vea otra alternativa encontramos que Dios actúa de una forma maravillosa.

Entonces vamos a leer en el capítulo 17 de Reyes, Primera de Reyes la historia de un milagro de Elías.

Elías es la viuda de Sarepta.

Dice, vino luego a él palabra de Escobar diciendo levántate y vete a Sarepta de Sidón y mora allí.

Era de orden, hay una mujer viuda que te sustente.

Entonces él se levantó y se fue a Sarepta y cuando llegó a la puerta de la ciudad había aquí una mujer viuda que estaba allí recogiendo leña y él la llamó y le dijo, te ruego que me traigas un poco de agua en un vaso para que beba.

Yendo ella para traérsela, él la volvió a llamar y le dijo te ruego que me traigas también un bocado de pan en tu mano.

Ella respondió, vive Jehová tu Dios, que no tengo pan cocido, solamente un puñado de harina que tengo en una tinaja y un poco de aceite en una vasija y ahora recogía dos leños para entrar y prepararlo para mí y para mi hijo para que lo comamos y nos dejemos morir.

Elías le dijo, no tengas temor, ve y haz como has dicho.

Pero hazme mi primero, de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza y tráemela y después harás para ti y para tu hijo.

Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así, la harina de la tinaja no escaseará ni el aceite de la vasija disminuirá hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra.

Entonces ella hizo como le dijo Elías y comió él y ella y su casa muchos días y la harina de la tinaja no escaseó ni el aceite de la vasija menguó conforme a la palabra que Jehová había dicho por Elías.

Cada milagro es una enseñanza, cada enseñanza es un milagro.