Desarrollo Personal: El halcón que no podía volar 4s1o6a

Desarrollo personal El halcón que no podía volar En un reino distante, un rey adquirió cinco de los mejores halcones de la zona.

El comerciante le aseguró que eran excepcionales, con la habilidad de realizar asombrosas acrobacias aéreas e incluso de transportar mensajes entre diferentes ciudades.

Desde el instante inicial, quedó claro que el comerciante no había engañado al rey.

Las aves mostraron su destreza en el vuelo.

Cada vez ascendían hasta lo más alto del cielo.

Volaban más velozmente y con mayor precisión.

Viajes y regresos entre las ciudades del reino se realizaban llevando mensajes a gran velocidad.

Siempre obedecían las órdenes de sus instructores.

Sin embargo, había una excepción.

Uno de los halcones se negaba a levantar el vuelo.

Permanecía inmutable en la misma rama desde el comienzo.

Y no había manera de hacer que se moviera.

«No lo comprendo», se lamentó el rey.

«Le ofrecemos la misma comida que a los otros, el mismo cuidado y atención».

Y a pesar de eso, se niega a volar.

«No sé qué hacer», pasaron varias semanas desde la llegada de los halcones, y ni los entrenadores ni el rey lograron que el halcón inactivo volara.

Así que el rey proclamó que otorgaría un premio a quien consiguiera que el ave se elevase.

Casi todos los súbditos del reino hicieron intentos de diversas maneras.

Algunos lo animaron con hermosas melodías.

Otros recitaron versos o le ofrecieron deliciosos manjares, le lanzaron piedras, lo intimidaron, le suplicaron.

Mas todo fue en vano, nada dio resultado.

El halcón continuaba en su rama.

Un día, mientras el rey intentaba de nuevo animar al halcón para que volara, una anciana pasó junto a ellos y, al observar la situación, sacudió la cabeza con desaprobación.

«Su majestad, tengo conocimiento del inconveniente que presenta este halcón.

Y nada de lo que hacéis logrará que esta ave vuele».

Intrigado, el rey miró a la mujer.

«¿Qué debería hacer entonces? Tal vez no lo hayáis comprendido, pero lo que le sucede a ese halcón es lo que muchas personas experimentan», respondió la anciana.

«¿Lo que experimenta la mayoría de las personas? No entiendo a qué se refiere», dijo el rey, perplejo.

«Pero si usted parece saber tanto, ¿puede decirme cómo conseguir que vuele?» «Está bien, primero debo realizar unas compras en el mercado.

Pero a mi regreso, ese halcón volará».

Y mientras la mujer mayor se iba hacia el mercado, el monarca reflexionaba que tal vez la mujer solo se estaba burlando de él.

Sin embargo, tras dos horas, mientras el rey miraba desde su torre el vuelo de otras aves, se sorprendió al ver que el halcón, que siempre había permanecido inmóvil, también estaba en el aire.

Dirigió su mirada hacia el árbol donde el ave había estado tanto tiempo y notó a la anciana sonriendo.

Se apresuró a bajar las escaleras para reunirse con ella.

«¡Lo ha logrado! ¡Lo ha logrado!», exclamó.

«¿Pero cómo lo consiguió?», preguntó el rey.

«Fue muy fácil, majestad.

Solo le corté la rama en la que se apoyaba y al darse cuenta de que podía volar, alzó el vuelo.

Como el halcón, estamos atados al pasado y al presente porque no nos hemos dado cuenta de que tenemos el poder de volar y así lograr nuestras metas y sueños, rompe la rama, solo entonces te darás cuenta de que eres superior a las circunstancias y problemas que te afligen.»