David Anthony: Usó el COVID para tapar un feminicidio 516ti

Gretchen Anthony era una mujer de 51 años que se mantenía en forma. Estaba decidida y ferozmente dedicada a su salud. Era conocida por sus extenuantes entrenamientos en el gimnasio, y encarnaba el espíritu de alguien que tomaba las riendas de su vida, por dentro y por fuera.

Madre abnegada, su hija de 12 años lo era todo para ella. Su mundo giraba en torno a la crianza de la pequeña en la soleada Júpiter, California, donde convivía pacíficamente con su ex marido.

En el gimnasio, donde pasaba gran parte de su tiempo, conoció a David Anthony, un atractivo y carismático entrenador que se convirtió rápidamente en el centro de su mundo.

David no era un entrenador cualquiera. Hablaba bien, era inteligente y atraía a la gente, sobre todo a las mujeres que entrenaban con él. Gretchen y David no tardaron en enamorarse. Los amigos de Gretchen decían que su química era innegable. En 2015, su romance relámpago les llevó a las luces de neón de Las Vegas, donde se casaron en una capilla de Elvis, en una ceremonia tan espontánea y apasionada como su relación. Fue un cuento de hadas en el que la hija de Gretchen incluso llegó a querer a David como un padre extra.

Para todo el mundo, eran la familia perfecta. Pero a finales de 2019, la vida de ensueño de la pareja empezó a desmoronarse. Se separaron y David se marchó de la casa que habían compartido. En febrero de 2020, ambos firmaron los papeles del divorcio. Los vecinos se extrañaron al seguir viendo a David por su casa apareciendo por motivos que nadie conocía realmente. Justo al mes siguiente, el mundo experimentaría una pandemia para la que nadie estaba preparado.

El 23 de marzo de 2020, los amigos y familiares de Gretchen Anthony empezaron a recibir mensajes de texto alarmantes desde su teléfono. Mensajes que parecían sugerir que había dado positivo en la prueba del COVID-19 y que iba a ser trasladada a un centro del CDC, el Control de las Enfermedades y Prevención, para recibir tratamiento. El primer mensaje, enviado a la hija de 12 años de Gretchen, que en ese momento estaba con su ex marido, decía, «Buenos días, he dado positivo por coronavirus esta mañana temprano.

Eso significa que tengo que quedarme aquí por lo menos dos semanas». A medida que pasaban los días, los mensajes se volvían más inquietantes. Uno de ellos afirmaba que un grupo de trabajo aprobado por los CDC había trasladado a Gretchen a un centro de Belle Glade, donde la estaban sedando para ayudarla a respirar mejor. Sus amigos y familiares se preocuparon de inmediato, pero había algo que no encajaba en los mensajes, algo que no sonaba a Gretchen. La redacción parecía extraña, fría, artificial. Un pensamiento les vino a la cabeza.

Era David, su marido, quien enviaba los mensajes en su nombre. Pero si era así, ¿por qué? Sus seres queridos no podían evitar la sensación de que algo no iba bien. Sabían que poco antes Gretchen había gozado de buena salud y no mostraba ningún signo de enfermedad grave. Desesperados por obtener respuestas, empezaron a llamar al hospital y al centro médico. La contestación fue fría e inquietante. Nadie con el nombre de Gretchen Anthony había sido ingresada en ninguno de los dos centros.

Preocupada y cada vez más confusa, una amiga íntima de Gretchen decidió hacer una visita a su casa de Júpiter. Una casa que estaba inquietantemente vacía. Ni Gretchen ni David aparecían por ninguna parte. En ese momento saltó la alarma. Denunció la desaparición de Gretchen y se puso en o con la policía por los extraños mensajes de texto. El 26 de marzo de 2020, la policía llegó a esa casa.