Brais González Arribas: entonar una ontoecología relacional 5z4b5i

Nada, muchas gracias. Muchas gracias, Ana, por esta presentación tan amable.

Muchas gracias por el convite, que fue algo extensivo a todos los de la Aula Castelau, a quien quiero parabenizar su trabajo continuo y constante por dar salida a Semana Gálega de Filosofía, que para los filósofos y filósofas galegos es muy importante.

Yo hablaba un poco con Ana de lo que significaba incluso cuando éramos estudiantes y veníamos muchas veces con mucha ilusión aquí a ver a quien pudiese hablar.

Además, como acaba de comentar Ana, yo soy profesor de la Universidad de Vigo, pero en realidad uso una casa porque trabajo aquí en la Facultad de Ciencias de Educación.

Así que, bueno, es un doble placer poder tener la posibilidad de hablar aquí en Pontevedra en el contexto de Semana Gálega de Filosofía.

Bueno, en el año 2019 publicé en Viramenos, Crítica de la razón nihilista, un libro que intentaba afastar la noción del nihilismo de sus interpretaciones convencionales para explorar una lectura alternativa a estas.

Como sabemos, habitualmente el nihilismo se entiende como una visión pesimista de la realidad basada en la futilidad de la existencia, ven como un relativismo extremo que abre la puerta al dominio más fuerte.

Es verdad que, en gran medida, estas interpretaciones responden a varias características de la sociedad contemporánea como la pérdida de valores compartidos, de un horizonte de sentido que funcione como referencia moral, además de la satisfacción de los intereses particulares o de la lógica de la acumulación económica.

Por cierto, que esta situación creo que puede explicarse, por lo menos en parte, por la marginación progresiva de las humanidades, de la filosofía, en el mundo actual, en el contexto educativo en particular, dominado, como se advertirán muchos pensadores, entre los teóricos de la Escuela de Frankfurt, por la racionalidad instrumental tecnocientífica y economicista.

Por eso, mi interés en este libro no era reiterar esta diagnosis, sino complementarla tomando conciencia de las implicaciones de la expansión de la lógica neoliberal que impone una concepción hiperinflada del individuo y sacraliza el crecimiento económico como motor social y medida última del éxito, la felicidad y el bienestar.

Lógica que se convierte en un criterio normativo que afecta a múltiples ámbitos.

Así, determina, por ejemplo, que el conocimiento y la ciencia sean valorados en función de su rendibilidad, define el progreso civilizatorio en términos del crecimiento del PIB y condiciona el comportamiento de las personas, obligándonos a automellorarnos para competir en el mercado laboral y optimizar nuestra productividad llegando a un estadio muy próximo a la autoexplotación que explican también varios filósofos contemporáneos como Mauricio Lazzarato o Mesmo Biondjuljan.

En este contexto, el éxito social se mella que da reducido a capacidad de consumo convirtiéndose en una nueva medida de valor existencial.

En la actualidad, mi perspectiva sigue siendo nihilista, pero no en este senso más habitual del término, sino en la medida en que tal significado creo que mejor representa el talante crítico que se opone precisamente al pensamiento de los fundamentos, de las esencias permanentes y de las verdades absolutas y que tiene como correlato ese sujeto ultracompetitivo e inflado de lo que hablaba.

En este sentido, la ontología nihilista que pretendo proponer incide en el contexto de un pensamiento post-fundacionalista, de un arge, de un dinamismo y de una diferencia, en oposición a cualquier intento de establecer una orden metafísica, inmutable como la que impone el modo de producción dominante.

No obstante, no voy tanto a formular una ontología de diferencia, sino voy a intentar ampliar esta perspectiva cara a una ontología esencial e relacional.

Esto explícase porque esta posición permite considerar con seriedad a crisis ecológicas no marco de nuestra relación con el mundo.

Ven como sabemos, la humanidad, o por lo menos aquella que mantenga algo de racionalidad y sensatez, afronta con preocupación o desgaste a lo que estamos asumiendo.