Aikido Mental 1wa6h

Me de decreto intendente hay psicología ladrillazo como ya sabéis relacionarnos con los demás tarde o temprano conlleva inevitablemente roces mal entendidos y en muchas ocasiones recibir ataques que no están justificados esto es debido en gran parte a lo que ocurre emocionalmente en nuestro mundo anterior si lo pensáis cuando recibimos un ataque gratuita esto es como si iniciaremos un combate en un videojuego nuestra barra de energía se resiente del ataque web soy daños a daniel sánchez señor mi calle no puedes no debes perder más perder ante miedo concentra en caso daniel santo mejor que aún dentro momentos necesidades maratón diana viendo maestro diana levantamiento más y ahora que habría que hacer entonces para sobrevivir en esta jungla social ahorrando sufrimiento es fundamental comprender que todas las personas de nuestro entorno como nosotros mismos tenemos ese mundo interior lleno de emociones sobre todo la emoción de miedo en la naturaleza existe algo que se contagia mucho más rápido que un virus las emociones si lo pensáis los estados anémicos como la euforia el enfado o el pánico se propagan como la pólvora dentro de un grupo grande de personas las emociones intensas nos ciega actuamos en automático en modo animal estímulo respuesta cuando recibimos un ataque y permitimos que la emoción nos domina justo en ese preciso momento de la misma forma metafórica en qué quedamos ciegos quedamos sordos y desconectados del exterior sólo existe nuestro dolor en ese momento como ya sabéis sólo quedan las respuestas distintivas de lucha huida análisis esa respuesta sería genial si viviéramos en la jungla pero en la civilización donde estamos expuestos a miles de interacciones al cabo del día esa respuesta automática continuada se convierte en un estrés y un desgaste energético que nos agota hasta el punto de que nos puede acabar enfermando recordar es la ansiedad verdad cuando entramos en esta espiral de ansiedad patológica todos los estímulos de nuestro entorno se pueden convertir en amenazas y nuestra existencia en una tortura