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Evangelio del día - P. Pedro Brassesco
21 de mayo de 2025

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20/5/2025 · 05:28
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Evangelio del día - P. Pedro Brassesco

Descripción de 21 de mayo de 2025 6d3p6h

Evangelio y reflexión del miércoles 21 de mayo de 2025 por el P. Pedro Brassesco 5p5r4t

Lee el podcast de 21 de mayo de 2025

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

En el Evangelio de este día miércoles, escuchamos que Jesús dijo a sus discípulos Yo soy la verdadera vid y mi padre es el viñador.

Él corta todos mis armientos que no dan fruto.

Al que da fruto, lo poda para que dé más todavía.

Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié.

Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes.

Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes si no permanecen en mí.

Yo soy la vid, ustedes los sarmientos.

El que permanece en mí y yo en él da mucho fruto, porque separados de mí nada pueden hacer.

Pero el que no permanece en mí es como el sarmiento que se tira y se seca, después se recoge, se arroja al fuego y arde.

Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán.

La gloria de mi padre consiste en que ustedes den fruto abundante y así sean mis discípulos.

En el Antiguo Testamento encontramos varias veces la relación de Dios con su pueblo comparada con la del viñador con la vid.

La vid era imagen del pueblo de Dios, plantado y cuidado por él, pero que no siempre había dado frutos buenos.

Hoy Jesús echa mano a esta idea, pero dice que él es la verdadera vid.

No quiere decir que el pueblo de Israel haya sido una vid falsa, sino que es él quien produce al final el fruto que Dios ha estado buscando a lo largo de la historia.

Nosotros somos las ramas, pero dice que hay algunas que producen frutos y otras que no.

A estas se las corta y se las tira.

A las otras se las cuida para que produzcan más frutos, pero solo lo pueden hacer si permanecen unidas al tronco.

Esa savia que hace posible la vida es la palabra de Dios, las promesas específicas de Jesús.

Por ello, es importante la oración que nos mantiene unidos a él y hace que pidiendo con confianza obtengamos lo que necesitamos, pero no cualquier cosa, sino aquello que se precisa para hacer la obra de Dios en el mundo, anunciarlo.

Así, damos gloria al Padre, viviendo en comunión con Jesús y convirtiéndonos en valientes apóstoles que esparcemos frutos de vida por donde quiera que vayamos.

Por el estilo de vida de los discípulos, por el gozo, por el amor y la paz que irradian, que son los dones pascuales de Jesús, por el compromiso concreto a favor de la vida en el mundo, los discípulos atraen a mucha gente hacia esta novedosa experiencia de Dios.

Y esos frutos hacen que el Padre sea glorificado, es decir, reconocido y acogido por el mundo como Padre y generador de vida.

Yo soy David, verdadero de los sermientos, dice el Señor en mí.

Tus hijos, Padre lleno de ternos que se guío del amor.

Has dicho, sus hermanos desean...

Y recemos juntos esta oración.

Señor, ayúdame a permanecer.

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