
Reset, Un curso de Milagros práctico, lección 137 4241
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Lectura de los ejercicios propuestos en el libro Un Curso de Milagros. Es un complemento a la formación RESET, Un Curso De Milagros práctico, y cada dia te propongo una lección. Espero que te sirva. 5s3573
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Lección 137. Cuando me curo no soy el único que se cura. La idea de hoy sigue siendo el pensamiento central sobre el que descansa la salvación, pues la curación es lo opuesto a todas las ideas del mundo que tienen que ver con la enfermedad y con los estados de separación.
Aislarse uno de los demás y rehusar a la unión es lo que da lugar a la enfermedad. Esta se convierte en una puerta tras la cual se encierra un ser separado y donde se le mantiene aislado y solo.
La enfermedad es aislamiento, pues parece mantener a un ser separado del resto para que sufra lo que otros no sienten. Le otorga al cuerpo poder absoluto para hacer que la separación sea real y mantener a la mente en un confinamiento solitario, fraccionada y cuyas partes se mantienen sujetas por una sólida muralla de carne enfermiza que no puede superar. El mundo acata las leyes que la enfermedad apoya, pero la curación opera a parte de ellas. Es imposible que alguien pueda curarse solo. En la enfermedad, él no puede sino estar aparte y separado, mas la curación es el resultado de su decisión de volver a ser uno y de aceptar su ser con todas sus partes intactas e incolumes.
Si está enfermo, su ser parece estar desmembrado y sin la unidad que le da vida, mas la curación se logra cuando comprende que el cuerpo no tiene poder para atacar la unicidad universal del Hijo de Dios. El propósito de la enfermedad es demostrar que las mentiras tienen que ser la verdad, mas la curación demuestra que la verdad es verdad. La separación que la enfermedad pretende imponer en realidad nunca tuvo lugar. Curar es meramente aceptar lo que siempre fue la simple verdad y que seguirá siendo tal como siempre ha sido. No obstante, a los ojos acostumbrados a las ilusiones se les debe mostrar que lo que contemplan es falso.
Así pues, la curación, que la verdad nunca necesitó, tiene que demostrar que la enfermedad no es real. La curación podría considerarse, por lo tanto, como un contrasueño que anula el sueño de enfermedad en nombre de la verdad, pero no en la verdad en sí. Así como el perdón pasa por alto todos los pecados que nunca se cometieron, la curación desvanece las ilusiones que nunca tuvieron lugar. Y así como el mundo real emergerá para ocupar el lugar de lo que nunca sucedió realmente, la curación ofrecerá restitución para los estados imaginarios e ideas falsas que los sueños han ido tejiendo como imágenes de la verdad.
Mas no pienses que curar es algo digno de ser, no es algo digno de ser tu función aquí, pues el anticristo se vuelve más poderoso que el Cristo para aquellos que sueñan que el mundo es real. El cuerpo parece ser más sólido y más estable que la mente, y el amor se convierte en un sueño, mientras que el miedo continúa siendo la única realidad que puede verse a justificarse y comprenderse plenamente. Así como el perdón desvanecerá con su luz todo pecado y el mundo real ocupará el lugar de lo que has fabricado, asimismo la curación reemplazará las fantasías de enfermedad con las que nublas la simple verdad.
Cuando se haya visto desaparecer la enfermedad, a pesar de todas las leyes que sostienen que es real, todas las preguntas habrán quedado contestadas y entonces estas leyes dejan de valorarse y obedecerse. La curación es libertad, pues demuestra que los sueños no prevalecerán contra la verdad. La curación es algo que se comparte y mediante este atributo demuestra que las leyes que son diferentes de las que sostienen que la enfermedad es inevitable son más poderosas que las leyes enfermizas que sostienen lo contrario.
La curación es fuerza, pues por medio de su delicada mano se supera la debilidad y las mentes que estaban amuralladas dentro de un cuerpo quedan libres para unirse a otras mentes y así ser fuertes para siempre. La curación, el perdón y el feliz intercambio del mundo del dolor por uno en el que la tristeza no tiene cabida son los medios por los que el Espíritu Santo te urde a que lo sigas.
Sus dulces lecciones te enseñan cuán fácilmente puedes alcanzar la salvación y cuán poca práctica necesitas para dejar que sus leyes reemplacen a las que tú promulgaste para mantenerte prisionero de la muerte. Su vida se vuelve la tuya propia a medida que extiendes la poca ayuda que él te pide para liberarte de todo lo que alguna vez te causó dolor.
Y según te dejas curar, te das cuenta de que junto contigo se curan todos los que te rodean, los que te vienen a la mente, aquellos que están en o contigo y los que parecen no estarlo. Tal vez no lo reconozcas a todos ni comprendas cuán grande es la ofrenda que le haces al mundo cuando permites que la curación venga a ti, mas no te curas solo. Legiones y legiones de hermanos recibirán el regalo que tú recibes cuando te curas. Los que se han curado se convierten en los instrumentos de la curación y no te
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