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RESET, Un curso de milagros práctico
Reset, Un curso de Milagros práctico, lección 124

Reset, Un curso de Milagros práctico, lección 124 645159

7/4/2025 · 06:08
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RESET, Un curso de milagros práctico

Descripción de Reset, Un curso de Milagros práctico, lección 124 h5g64

Lectura de los ejercicios propuestos en el libro Un Curso de Milagros. Es un complemento a la formación RESET, Un Curso De Milagros práctico, y cada dia te propongo una lección. Espero que te sirva. 5s3573

Lee el podcast de Reset, Un curso de Milagros práctico, lección 124

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

Lección 124. Que no me olvide que soy uno con Dios. Hoy volvemos a dar las gracias de que nuestra identidad se encuentre en Dios. Nuestro hogar está a salvo, nuestra protección garantizada en todo lo que hacemos y tenemos a nuestra disposición el poder y la fuerza para llevar a cabo todo cuanto emprendamos. No podemos fracasar en nada. Todo lo que tocamos adquiere un brillante resplandor que bendice y sana.

En unión con Dios y con el universo seguimos adelante llenos de regocijo, teniendo presente el pensamiento de que Dios mismo va con nosotros a todas partes. Cuán santas son nuestras mentes. Todo cuanto vemos refleja la santidad de la mente que es una con Dios y consigo misma. Cuán fácilmente desaparecen los errores y la muerte da paso a la vida eterna.

Nuestras luminosas huellas señalan el camino a la verdad, pues Dios es nuestro compañero en nuestro breve recorrido por el mundo y aquellos que vienen para seguirnos reconocerán el camino porque la luz que nos acompaña se rezaga, si bien no se separa de nosotros según seguimos adelante. Lo que recibimos es el eterno regalo que hemos de dar a aquellos que han de venir después, así como a los que vinieron antes o a los que estuvieron con nosotros por algún tiempo.

Y Dios que nos ama a todos con el amor equitativo con el que fuimos creados nos sonríe y nos ofrece la felicidad que dimos. Hoy no pondremos en duda su amor por nosotros, ni cuestionaremos su protección ni su cuidado. Ninguna absurda ansiedad podrá venir a interponerse entre nuestra fe y nuestra conciencia de su presencia.

Hoy somos uno con él en reconocimiento y en recuerdo, lo sentimos en nuestros corazones, sus pensamientos se encuentran en nuestras mentes, nuestros ojos ven su hermosura en todo cuanto contemplamos. Hoy vemos únicamente lo amoroso y lo que es digno de amor, lo vemos en lo que aparenta ser doloroso y el dolor da paso a la paz. Lo vemos en los que están desesperados, en los tristes y en los confungidos, en los que creen estar solos y amedrentados, y a todos se les devuelve la tranquilidad y la paz interior en la que fueron creados.

Y lo vemos igualmente en los moribundos y en los muertos, restituyéndolos así a la vida. Y podemos ver todo esto porque primero lo vimos en nosotros mismos. A aquellos que saben que son uno con Dios, jamás se les puede negar ningún milagro. Ninguno solo de sus pensamientos carece del poder de sanar toda forma de sufrimiento en cualquier persona, sea esta de tiempos pasados o aún por venir, y de hacerlo tan fácilmente como en las que ahora caminan a su lado.

Sus pensamientos son intemporales y no tienen nada que ver con el tiempo ni con la distancia. Nos unimos a esta conciencia al decir que somos uno con Dios, pues con estas palabras afirmamos también que estamos sanos y salvos, y que podemos salvar y sanar. Ahora queremos dar lo que hemos recibido, pues queremos conservar los regalos que nuestro Padre nos dio.

Hoy deseamos tener la experiencia de que somos uno con Él, de modo que el mundo pueda compartir con nosotros nuestro reconocimiento de la realidad. Al nosotros tener esta experiencia, el mundo se libera. Y al negar que estamos separados de nuestro Padre, el mundo sana junto con nosotros. Que la paz sea contigo hoy. Asegura tu paz practicando volverte consciente de que eres uno con tu Creador, tal y como Él es uno contigo.

En algún punto hoy, cuando te parezca más conveniente, dedica media hora al pensamiento de que eres uno con Dios. Esta es la primera vez que intentamos llevar a cabo una sesión prolongada, para la cual no se establecen reglas, ni se sugieren palabras especiales con las que dirigir la meditación. Hoy confiaremos en que la voz de Dios nos hablará cuando lo crea oportuno, seguros de que no habrá de fallar. Permanece con Él durante esa media hora. Él se encargará del resto.

El beneficio que ello te ha de aportar no será menor porque creas que no está pasando nada. Quizá no estés listo hoy para aceptar ese beneficio, pero en algún punto y en algún lugar te llegará y lo reconocerás cuando emerja con certeza en tu mente. Esta media hora estará enmarcada en oro y cada minuto será como un diamante incrustado alrededor del espejo que este ejercicio te ofrece y verás en él la paz de Cristo reflejando la tuya. Tal vez hoy, tal vez mañana, veas tu propia transfiguración en el espejo que esta santa media hora te presenta para que te mires en él.

Cuando estés listo la encontrarás allí, en lo profundo de tu mente.

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