
Reflexiones del Evangelio | Jn 15,12-17 - 23 de mayo de 2025 4q2m65
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Viernes - Quinta semana - Tiempo de Pascua - Jn 15,12-17 - "Éste es mi mandamiento: que se amen unos a otros como yo los he amado" 3n3f3l
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
El viernes de la quinta semana de Pascua, el evangelio que toque es el de Juan 15, 12 al 17.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos, Este es mi mandamiento, que se amen unos a otros como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Ustedes son mis amigos y hacen lo que les mando. Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su Señor. A ustedes los llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre se los he dado a conocer.
No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los he elegido y los he destinado para que vayan y den fruto, y su fruto permanezca, de modo que lo que pidan al Padre en mi nombre se los dé. Esto les mando, que se amen unos a otros. ¿Cuál es la enseñanza que el relato de hoy nos quiere transmitir? Esta vez la enseñanza de Jesús es acerca del amor que debe existir entre amigos.
Jesús busca enseñar a los suyos cómo desea que funcione su iglesia, la que nacerá después de la resurrección, y su mayor deseo es que todos los que la conformamos seamos amigos y nos queramos.
El relato de hoy nos ofrece además un claro ejemplo de lo que se llama una inclusión. La inclusión bíblica la forman dos expresiones, una inicial, que abre la enseñanza, y otra final, que la cierra. En este caso la afirmación inicial es, este es mi mandamiento, que se amen unos a otros. Y la afirmación final es, esto les mando, que se amen unos a otros.
Ambas expresiones repiten lo mismo al inicio y al final, y casi con las mismas palabras. Su objetivo es indicarnos que todo lo que se encuentra incluido dentro de estas dos afirmaciones, la inicial y la final, es el objeto de la enseñanza. Y lo que está contenido dentro de esta inclusión, es decir, lo que hoy nos va a enseñar, es que los verdaderos amigos deben amarse unos a otros, y que su deseo es que así sea, que los suyos se quiera.
Dicho esto, podemos ver que el relato de hoy tiene dos partes, y ambas profundizan lo que significa el amor entre amigos. En la primera nos enseña quiénes son los verdaderos amigos. Nos dice que los verdaderos amigos son los que se preocupan unos de otros, se ayudan, y están dispuestos a perder lo que sea por el bien del amigo que aman. Y en la segunda parte nos enseña que los amigos no se imponen, se eligen. Jesús nos ha elegido, y lo ha hecho porque nos ama. Pero para que una amistad se consolide, el amigo elegido debe corresponder. Nosotros debemos aceptar su invitación, y también considerarlo amigo.
Veamos la primera parte, en donde Jesús nos explica quiénes son verdaderos amigos. Pero primero es necesario aclarar qué significa ser amigos. Eso es importante, pues parece que en la cultura de hoy se estuviese perdiendo el sentido de lo que significa amistad. A menudo, y con mucha ligereza, se llama amigos a personas que recién se conocen. No se sabe nada de su familia, ni de sus gustos, ni de sus sueños, ni de sus preocupaciones, y sin embargo, ya se les llama amigos.
Esta práctica suele responder a conveniencias del trabajo y a intereses terrenos y materiales, como caer bien o ser considerado, etc. Desgraciadamente, cuando así se procede, la palabra amigo se devalúa y pierde su significado. Sabemos que amigo viene del latín amicus, que a su vez deriva del verbo amar. Luego, la amistad es una relación de mucha cercanía entre personas afines que se funda en el amor.
En consecuencia, amigo es alguien a quien se le ama porque se le conoce el corazón. Por eso un recién conocido no es un amigo, y en consecuencia, con personas que uno no conoce, no debería usarse la palabra amigos. En el relato de hoy, Jesús llama amigos a quienes conoce muy bien, con quienes ha compartido su vida durante algún tiempo, y a quienes ha llegado a querer profundamente.
Y lo que el relato nos enseña es que amarse es lo que hacen los verdaderos amigos, y por tanto, amarse es lo que debe hacer su iglesia. Pero para que haya amistad, el ofrecimiento de amistad debe ser correspondido. Y esto lleva a preguntarnos si nos consideramos amigos de Jesús. En las líneas que siguen, Jesús enumera las cuatro condiciones necesarias para considerarse amigos de Jesús.
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