Reflexión de la Noche del 31 de Mayo del 2025. 2a4k3b

Dios te bendiga.

Buenas noches.

Sí, sí, dijimos que mañana, en la noche, empezamos con los audios de la noche.

Un retiro espiritual.

Vamos a ver.

Todavía no sé qué.

Aquí, bien, en paz.

A esta hora todavía vienen los pajaritos a saludar.

Aquí está un poroto.

Estaban dos tortolitas peleando.

Ya les reprendí y, bueno, ya se calmaron.

Y todo bien.

Espero que hayas pasado un lindo día.

Un lindo día con la Virgen María.

Un sacerdote a quien quiero mucho y valoro mucho me dijo, John, se dice Santísima Virgen María.

No es así.

Otros dicen María, así como cualquiera.

No, Santísima Virgen María.

Bueno, que hayas pasado un precioso día con la Santísima Virgen María.

Pero claro, obviamente con Dios, sobre todas las cosas.

Pero siempre acompañados también con la Virgen.

Santísima Virgen María.

Vamos al grano.

Una idea que tengo en mi cabeza.

Las cosas que pedimos al Señor.

Señor, ¿por qué no me quitas este pecado? Esas cosas que la gente tiene porque las sufre realmente.

Me dicen, me dicen, Padre, ¿pero por qué el Señor no me escucha y no me quita este pecado, esta debilidad que tengo? Cuando yo les digo, no, es que no te lo va a quitar.

Capaz te ayude a manejarlo, pero ¿y si Él te va a llevar a la santidad por medio de esta debilidad, como un puente? Entonces, Él no te lo va a quitar.

Quizás los planes de santidad para nosotros, Dios los ve por ese lado, por esa fragilidad.

¿Y cuántas veces sufrimos por eso? Esta situación, Señor, ¿pero por qué no la solucionas? ¿Qué pasa a ti también? Me encanta esto de Pablo, en 2 Corintios 12, 9.

Él me dijo que basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad.

Por lo tanto, gustosamente, haré más bien alarde de mis debilidades para que permanezca sobre mí el poder de Cristo.

¿Qué te parece esto? Pablo sufría, indudablemente.

Señor, pero quítame esto.

Te basta mi gracia.

Y mira cómo lo asumió Pablo.

Me alardeo.

Hago alarde más bien de mi debilidad para que ahí se vea el poder de Cristo.

Eso es fascinante.

Que el poder de Cristo en nosotros se vea en esta debilidad, no en nuestro poder, en nuestras cosas buenas.

Y Pablo no fue cualquier, digo yo, cualquier agañanico, o sea, tremendo cristiano.

Tremendo.

Dios lo inspiró a escribir trece libros de la Biblia.

¿Y qué tal su conversión espiritual? ¿Una vida de perseguidor? Incluso una palabra dice que Pablo aprobaba lo que pasaba con los cristianos antes de convertirse con la persecución.

Que los apedrearan.

Aprobaba eso.

Y hoy, en este versículo de 2 Corintios, nos habla de alguna debilidad que él tiene.

No se sabe realmente qué era.

Pero era algo que le atormentaba.

Algo que... algún desorden de él.

No se sabe bien.

Y un poco antes de lo que ya proclamé, en 2 Corintios 12, versículo 7, Pablo se refiere a esa espina que tiene clavada en su cuerpo, en su carne.

No sabemos qué es, pero seguramente era doloroso porque le repetía al Señor que le quitara eso.

No, no te la voy a quitar.

Porque seguramente que en esa debilidad el Señor tenía un propósito mayor.

Dios no vive en una pulca urna de cristal donde todo es perfecto.

Una urna que se puede romper en caso de emergencia y de dolor o de debilidad.