
Descripción de Raíces a6o4v
Bienvenidas/os al "Chapter 20". Raíces es una palabra con un significado inmenso. Lo que vas a escuchar hoy son mis entrañas, mis sentimientos a corazón abierto. Espero que te transmitan que todos pertenecemos y que todos podemos construir. Sed felices @recalculando_ruta_podcast 365l62
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
¡Buenos días! Mi nombre es Visi Rodríguez y esto es Recalculando Ruta.
Bienvenidos una semana más a este podcast. Este espacio, como ya sabéis, nació de una necesidad muy personal de entender los cambios, de abrazarlos, de no resistirme más y, sobre todo, de aprender a vivirlos con el corazón abierto.
Hoy estás escuchando el episodio número 20. Me siento orgullosa de haber llegado hasta aquí y voy a dejar abiertos los comentarios. Me encantará leer lo que queráis decirme y lo digo de verdad.
Hoy quiero hablar de un tema que me atraviesa el pecho. Las raíces. Y cuando digo raíces, no me refiero a un lugar físico. Entiendo perfectamente por qué se eligió la palabra para hablar de origen. Hablo de ese entramado invisible que nos sostiene, nos marca y, a veces, también nos aprieta. La familia, los orígenes, las historias que no elegimos, pero que llevamos impresas en la piel como un tatuaje heredado sin tinta.
Durante años pensé que el cambio era una cuestión de voluntad, a veces tuya, a veces del universo. Que si yo quería ser distinta, vivir distinto, pensar distinto, hasta cierto punto bastaba con decidirlo. Pero últimamente me he preguntado mucho. ¿Cuánto de lo que somos está realmente en nuestras manos? ¿Y cuánto viene grabado en lo profundo desde generaciones atrás? Los científicos han estudiado el impacto de los genes en nuestra conducta. Y sí, hay evidencia de que ciertos rasgos emocionales, formas de responder al estrés, incluso patrones de apego, pueden transmitirse.
No sólo por lo que vimos, sino por lo que fuimos programados para sentir. Epigenética lo llaman. Este tema se despertó con una fuerza tremenda el otro día hablando con mi madre. Nosotros tenemos un patio, y este año hemos puesto un huertecito de hierbas aromáticas y varias flores. ¿De elegir las flores? Me encargué yo. Pusimos claveles. Los claveles tienen un significado muy potente y personal para mí. Es una flor que me emociona mucho. Y también vi unas flores que desconocía y que me enamoraron a primera vista. Se llaman la alegría de la casa.
Las pusimos, y están creciendo con muchísima fuerza. Le contaba a mi madre lo bien que están creciendo mis flores. Me preguntó qué tenía plantado, y le conté que las más fuertes son unas flores especiales que se llaman la alegría de la casa. Entonces, ella me dijo, anda, esas eran las flores favoritas de tu abuela. Tu yayo siempre tenía unas macetas en el balcón.
Yo desconocía totalmente esa información, porque nunca conocía a mi abuela. Y no es que mi parte paterna hable demasiado del pasado, de la familia o de muchas otras cosas, la verdad.
Automáticamente me sentí conectada a mi abuela. Pensé que tenemos cosas en común, y me dio mucha felicidad que sin haber coincidido en este mundo, sin haber generado lazos de cariño físico, sí que estamos unidas por algo que quizá es más fuerte de lo que pensaba. La sangre.
Me conocéis. Un evento así me movió mucho, y me hizo preguntarme, ¿hasta dónde es posible el cambio si tenemos una genética milenaria familiar corriendo por dentro? ¿Y qué implica eso en mi comportamiento, vida y futuro? Pienso en mis mayores, en aquellas reuniones familiares que hacíamos en el campo. El mantel largo, las sillas que nunca eran suficientes, las voces superpuestas, los niños corriendo entre los árboles, el olor a carne asada, la guardiana del fuego, las risas que se mezclaban con la brisa de la noche.
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