El pudor como defensa de la intimidad 1d2t4i

Hola amigos, aquí estamos nuevamente en la vida como es, les habla José María Contreras.

Hay quien piensa que esto del pudor está absolutamente superado y que es prácticamente una ñoñería y una cosa cultural, que uno es pudoroso porque le han enseñado a ser pudoroso y si no lo hubieran enseñado pues no tendría pudor. El pudor, el recato, la modestia, estas cosas que ahora no están en absoluto de moda, pero que yo voy a hablar de ello y además voy a hablar con seriedad en el sentido de que me parece que es una virtud, que es un hábito, que es un valor muy importante.

Se hizo hace años un experimento en Israel en el cual se metieron niños y niñas pequeños en un internado para ver que el pudor era una cosa cultural, es decir, que si tú metes a unos niños desde pequeños, eran huérfanos de guerra en la segunda guerra mundial, huérfanos de padre y madre, si tú metes a esos niños en un internado y no les enseñas a ser pudoroso, pues al final no serán pudorosos. Este era el experimento y con esta intención se hizo. ¿Qué resultó? Pues que cuando las niñas llegaron a una cierta edad, 6, 7 años, pidieron que ellas dormían en una parte del dormitorio y que pusieran una cortina en medio.

Es decir, que haciendo un experimento a favor, por decirlo así, con las condiciones a favor de que el pudor es una cosa cultural, pues salió justamente lo contrario, que el pudor es una cosa que va innata en la persona. ¿Qué es el pudor? Pues podemos decir que el pudor a primera vista es un sentimiento de vergüenza que lleva a no manifestar a los demás algo de nuestra intimidad.

Si no hay intimidad en una persona, si no hay concepto de intimidad, si no hay concepto de persona, esto del pudor no sirve para nada. Los animales carecen de pudor. En cambio el hombre, aunque no haya sido enseñado como es persona y tiene intimidad, esto no nos pasa. Aparte que el pudor no se refiere sólo a cosas que podríamos llamar indecentes. Muchas veces existe una actitud pudorosa, natural, a manifestar cosas que uno hace bien, dones que sabe pintar bien o que sabe contar historias bien.

Cierte uno un cierto pudor ante cosas buenas. Es una cosa de la preservación de la intimidad.

Es decir, hay cosas que a mí me dan vergüenza porque son íntimas mías y ponerlas en la plaza pública a mí no me gusta y además lo paso mal. Uno a las personas que quiere le cuenta una serie de cosas de su intimidad que no cuenta en la plaza pública. Por tanto, lo que uno va a enseñar, lo que uno va a manifestar, lo que uno va a decir, depende del sitio donde esté.

No es una falta de pudor desnudarse delante del médico. ¿Por qué? Porque al médico yo le puedo manifestar mi intimidad corporal. En la plaza pública no tengo por qué manifestar mi intimidad corporal. Las personas que no tienen conciencia de sí mismos, bien porque no han llegado a tenerla como los niños pequeñitos o bien porque la han perdido como las personas, por ejemplo, con el alzheimer, etcétera, no sienten pudor porque no tienen conciencia de su intimidad, de su persona.

El ser humano tiene, por decirlo así, como un instinto de conservación físico. Es decir, uno va con un coche y de pronto se cruza otro y uno pega un volantazo para salvarse uno y eso es inconsciente. En la parte de la intimidad personal también existe ese instinto de conservación. La vergüenza nos va diciendo a nosotros cuándo empezamos a no tratar bien nuestra intimidad y nuestra persona. Y por otra parte hay otro instinto de conservación que es el sentimiento de culpa.

La persona que se desnuda por primera vez donde no debe, donde no debe para su intimidad personal y para tratarse a sí misma como persona, esa persona tiene mucha vergüenza y además un cierto sentimiento de culpa. Si eso lo hace con mucha frecuencia, pues entonces llega un momento en el cual ha desaparecido la vergüenza y el sentimiento de culpa. Pasa con todo. Yo decir aquí que una vez vino a preguntarme, no hace mucho, una chica