
La mujer de flujo de sangre: Doce años de dolor terminaron en un segundo. 3g6q3f
Descripción de La mujer de flujo de sangre: Doce años de dolor terminaron en un segundo. 2k4s34
A veces pasamos por situaciones que parecen eternas. Quizá no sea una enfermedad, pero sí una crisis familiar, emocional, económica o espiritual. Esta mujer nos enseña que aunque el dolor sea largo, no es eterno. Jesús puede cambiar nuestra historia en un instante. 🙌 Fe Valiente en Medio de la Multitud (v. 44) “Se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto…” Ella rompió barreras sociales, religiosas y emocionales para tocar a Jesús. Era considerada impura, pero su fe la hizo valiente. En la vida cristiana, muchas veces tenemos que romper el temor, la vergüenza o la costumbre, y acercarnos a Jesús con un corazón sincero. 🔥 El Toque que Mueve el Cielo (v. 45-46) “¿Quién me ha tocado?... ha salido poder de mí.” Jesús no responde a la multitud, responde a la fe. Muchos estaban cerca de Él, pero solo una lo tocó de manera especial. Esto nos enseña que no es suficiente estar “cerca” de Jesús por costumbre o religión, sino que debemos acercarnos con fe genuina y expectante. 💬 Confesar el Milagro (v. 47) “Le declaró delante de todo el pueblo…” Después de recibir su milagro, la mujer no se escondió. Dio testimonio de lo que Jesús hizo. En la vida cristiana, testificar de lo que Dios ha hecho en nosotros no solo glorifica al Señor, sino que edifica la fe de los demás. 🕊️Identidad Restaurada (v. 48) “Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz.” Jesús no solo la sanó físicamente. La llamó “hija”, restaurando su identidad y dignidad. En Cristo no solo encontramos sanidad, encontramos un nuevo nombre, una nueva vida y paz verdadera. Él no solo remedia lo que está roto, Él nos hace completamente nuevos. 36635y
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Un saludo para toda la audiencia de Radio Solidaria. En las últimas semanas hemos estado presentando votaciones de personajes bíblicos. Para esta semana hemos realizado una votación con cuatro mujeres que recibieron un milagro de Jesús. Las opciones eran variadas, eran historias muy conocidas y hemos visto cómo la audiencia ha participado con nosotros.
Hemos puesto la opción de la suegra de Pedro, que ha recibido un 16% de los votos. Hemos puesto la opción de la mujer cananea con un 20%. También la viuda de Nain con un 23%. Y con un 41%, la ganadora de esta votación ha sido la mujer de flujo de sangre. Si te fijas, cuatro mujeres que recibieron un milagro de Jesús, cuatro mujeres que desconocemos su nombre. Acompáñame en este día a reflexionar sobre la mujer de flujo de sangre. Lucas capítulo 8, versículo 40 en adelante.
En este momento, en este pasaje, vemos cómo Jesús se dirige hacia la casa de Jairo, porque Jairo acuda a Jesús para que Jesús sane a su hija. Y en ese momento se produce este momento, nunca mejor dicho, el encuentro de la mujer de flujo de sangre con Jesús.
Versículo 43. Así dice la palabra de Dios. Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía 12 años y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser curada, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto.
Esta mujer representa a todos los que han sufrido por largo tiempo y han buscado soluciones en todas partes. Esas soluciones no han llegado a su vida, no han recibido alivio. 12 años de sufrimiento. Eso es lo que dice la palabra de Dios, vamos a leerlo de nuevo. Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía 12 años. 12 años de dolor, 12 años de sufrimiento.
Vemos como el mundo puede agotar nuestros recursos sin ofrecernos verdadera sanidad.
Pero donde el hombre no puede, Dios sí puede. Además, en esa época, para muchos, esta mujer era inmunda. No podía tener o con la sociedad, con las personas. Pero ella fue valiente, se arriesgó, se le acercó por detrás, dice el versículo 44, y tocó el borde de su manto. Y al instante se detuvo el flujo de su sangre. Ella no necesitó llamar la atención ni hacer una gran demostración. Digo esto porque en muchos pasajes de los evangelios vemos como las personas necesitadas clamaban a Jesús. Hijo de David, ten misericordia de mí. Otros se postraban delante de él.
Pero esta mujer accedía a Jesús por detrás, sin llamar la atención. Solo tuvo fe suficiente para tocar el borde del manto de Jesús. Ni siquiera tocar a Jesús, porque ella sabía que no podía tener o con las personas. Ella se consideraba inmunda. Para ella, tocar a Jesús o a una persona era un pecado que no se podía perdonar.
Y yo me imagino que por eso ella toca el borde de su manto. Vemos una fe humilde, pero una fe poderosa, porque por esa fe sencilla, tocar el borde del manto de Jesús recibe sanidad. No necesitó palabras de Jesús, solo una acción de fe. Y eso fue suficiente. Y aquí vemos que Jesús responde incómodamente.
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