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Simplemente Adriana - Podcast
Madres en oración: Ana - Ep02T08

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20/3/2025 · 16:54
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Simplemente Adriana - Podcast

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Ana es una figura importante en la biblia y en el santoral conocido, pero el día de hoy Adriana nos invita a conocer un poco más de ella y su papel en la vida cotidiana 313z18

Lee el podcast de Madres en oración: Ana - Ep02T08

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

Porque donde se reúnen dos o tres en mi nombre, ahí en medio estaré yo.

Ser madre no es tarea fácil, pero juntas podemos lograr el cielo.

Bienvenidos a esto que es Madres en Oración, con Adriana Corona.

Hola mis preciosas, ¿cómo están? Me da muchísimo gusto saludarlas.

Pues aquí estamos una tarde más en esta serie de las mujeres de la Biblia que tienen mucho que enseñarnos a las mujeres de hoy del siglo XXI.

Hoy vamos a ver la historia de Ana y vamos a empezar.

¿Quién era Ana? Ana, al igual que Ruth, ocurre en la época de los jueces, alrededor de 1100 a.C., un tiempo de gran inestabilidad espiritual en Israel.

En este periodo, los israelitas se alejaban constantemente de Dios.

¿Te parece a lo que estamos viviendo hoy? Y los sacerdotes y líderes no siempre actuaban con justicia.

Si se fijan, esto ha prevalecido a lo largo de la historia de la humanidad.

Los que tienen poder a veces lo hacen de manera incorrecta.

Por eso, Ana vivió en un momento en el que la maternidad era vista como una gran bendición y la infertilidad era considerada una derrota como mujer.

Y a pesar de las dificultades, ella se mantuvo firme en su fe y encontró en Dios su refugio.

¿Y quién era Ana? Ana era la esposa del Cana, un hombre que tenía dos esposas, Ana y Penina.

Antes, bueno, podían tener, ustedes saben, los árabes, el pueblo de Israel, pues tenían permiso de tener una o dos esposas, las que podían mantener.

Entonces, Ana y Penina eran las dos esposas del Cana.

Penina tenía hijos, pero Ana no podía tenerlos.

Por lo tanto, esto le causaba a Ana un gran sufrimiento.

Y para empeorar la situación, Penina se burlaba de ella, provocándole tristeza, angustia, desesperación, amargura.

A pesar de esto, Ana nunca perdió la esperanza y decidió acudir al único que podía cambiar su situación, que era Dios.

Y aquí me detengo.

Qué curioso que Ana nos enseña de manera directa en esas cosas que queremos lograr y no llegan y no llegan.

Y ahí es cuando tenemos que poner, sobre todo en los momentos más difíciles, tenemos que poner nuestra confianza absolutamente en Dios, que fue lo que hizo Ana.

¿Qué hizo Ana? Un día, mientras estaba en el templo, en Silo, Ana oró con un gran fervor, derramó su alma en esa oración, le abrió su corazón a Dios y le hizo una promesa.

Está en Primera de Samuel, capítulo 1, versículo 11.

¿Qué dijo Ana? Señor todopoderoso, si te dignas mirar la aflicción de tu sierva y te acuerdas de mí y no te olvidas de tu sierva, sino que le das un hijo, varón, yo lo dedicaré al Señor todos los días de su vida.

Le consagra a su hijo.

El sacerdote Elí, al verla orar con tanto fervor, al principio pensó que estaba borracha, pero al escuchar su historia la bendijo y le dijo que Dios concedería su petición.

Ana se fue en paz, confiando en que Dios la escucharía.

Fíjense qué historia.

¿Cuál fue entonces la respuesta de Dios? Bueno, la respuesta de Dios es que le dio a Ana un hijo, al que ella le puso Samuel.

Esta oración que Dios escuchó, Ana queda embarazada, le llama Samuel, que significa Dios ha escuchado.

Fíjense qué significado tan hermoso.

Cuando Samuel creció lo suficiente, Ana cumplió su promesa y lo llevó al templo para entregarle al servicio de Dios.

Esto es para entregarle de cuenta como los seminaristas, ahora que se van a la iglesia y son preparados para ser sacerdotes, pues Ana hizo eso, entregó a su hijo a los sacerdotes para que fuera un sacerdote del templo.

Ana pudo haberse querido quedar con su hijo, sin embargo, Ana demostró otra vez su fidelidad al cumplirle a Dios su voto.

¿Cuál fue la recompensa de Ana? Bueno, la recompensa de Ana fue que después de entregar a Samuel al Señor, Ana pronunció una hermosa oración de alabanza, exaltando el poder y la justicia.

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