Madres en oración: Amando a Dios con el corazón - Ep08T08 2251d

Porque donde se reúnen dos o tres en mi nombre, ahí en medio estaré yo. Ser madre no estaría fácil, pero juntas podemos lograr el cielo. Bienvenidos a esto que es Madres en Oración, con Adriana Corona. Hola mis corazones, bueno pues ya, el día de hoy voy a hablar de cómo amar a Dios desde nuestro corazón. Y muchas veces creemos que con conocer a Dios, conocer acerca de Dios, con eso basta, cuando hay una enorme diferencia en tener una relación con Dios y conocer de manera profunda a Dios.

Y voy a empezar con el Salmo, uno de los Salmos del Rey David, Salmo 27, que dice, una cosa pido al Señor es lo que busco, habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida, irando su belleza. Y yo quisiera pararme aquí. La mayoría de nosotros ahorita vemos al mundo no hombre, con una ambición y la vanidad y la vanagloria, y ahora todo es lujo y todo el mundo quiere ser millonario, porque el mundo te vende que el dinero te hará feliz.

Cuando el espacio que estaremos sobre esta tierra, maravillosa por cierto, pero al final temporal, pues si bien te va más de 100 años y 100, 110 y ya fue mucho lo que viviste, comparado con una eternidad. Y el problema de nosotros hoy en día, amores, es que ya no pensamos que nuestra alma es eterna. Nuestro cuerpo es temporal, pero nuestra alma es eterna.

Y aquí la primera pregunta es, ¿Dónde te quieres pasar la eternidad? Y voy a empezar con la pregunta, ¿Quién es Dios? ¿Cómo piensa Dios? ¿Qué le agrada? ¿Qué lo pone triste? ¿Lo que toca su corazón? Así que vamos a escudriñar, basándome en las escrituras, hicimos toda esta presentación para que tú estés claro.

A ver, yo quiero agradecer a Dios, ok, pero ¿sabes lo que le agrada? Número uno, Dios quiere que lo conozcamos. Y conocerlo va más allá de nuestra razón lógica. Acuérdense que Dios es espíritu purísimo. Tiene que ver con la fe y con la experiencia con él. Querer conocer a Dios solo con nuestra mente, pues es muy limitado, porque es como si quisieras meter el océano en este vaso.

No, mi hijo, pues no va a caber. En cambio, cuando tú le crees, por eso la palabra de Dios dice, sin fe es imposible agradarle a Dios, y lo que te hace confiar, creer, y compenetrarte con él es la experiencia con él. Fíjense lo que acabo de decir, la experiencia con Dios, la convivencia con Dios, cuando yo percibo su amor en mí. Entonces, ¿cuál es la máxima revelación de Dios? La máxima revelación de Dios es Jesucristo, amores.

Y lo que dice la Biblia, ¿qué dice la Biblia? Bueno, la Biblia lo que dice es que Dios, fíjense, Jesucristo se queda y se estaré con vosotros hasta el final de los tiempos. Y dices, ay, pero si ya se murió y ya se fue para el cielo. No, no, no, él se quedó en la Eucaristía, corazón, y aquel que duda que está verdaderamente vivo, pues no ha entendido nada. Ahí está, tú metes al YouTube y buscas milagros eucarísticos y ahí vas a ver todas las comprobaciones de que Cristo está verdaderamente en la Eucaristía.

Para tener una relación, para que Dios se te revele a tu corazón, tienes que tener una comunión íntima, una comunicación íntima con él. Y aquí me voy a detener porque hoy en el mundo confunden intimidad con sexualidad. Ay, es que quiero tener una relación íntima y pa' pronto piensas en el sexo. Pues no, la intimidad es la capacidad que tú y yo tenemos, fíjate bien, para conectar nuestro corazón con otro corazón.

Entonces Dios quiere tener contigo una relación y una comunicación de intimidad. ¿Y qué significa una relación y una comunicación de intimidad, Diana? Voy a usar términos a lo mejor muy campiranos y muy campechanos para que lo entendamos y me voy a bajar y salir de la teología para que lo podamos entender. ¿Tú cómo le hablas a una amiga que le tienes mucha confianza? ¿Cómo le hablas con una amiga que le tienes mucha confianza? Tú puedes llorar, tú puedes decirle que te angustia de tus hijos, tú puedes pedirle consejo, ¿sí? También te puedes ir a cenar o a comer y echarte una chela toda madre y platicarte de sus proyectos porque le tienes confianza.

Entonces le abres tu corazón. Dios quiere eso. Dios quiere, Adriana, que lo invites una chela un día, tómate una cerveza y dile, señor, me voy a sentar aquí contigo y me voy a aventar una chela, esta está bien fría para el calor.