"He sido una oveja negra siempre", entrevista biográfica a Antonio Escohotado (parte II) 6x3k4s

Bueno, como íbamos hablando, Antonio, concluyes tus años de universidad.

Con 23 años, aprobas unas oposiciones e ingresas en el Instituto de Crédito Oficial.

Sí, ingreso como vedel y al año me convierto en jefe de servicio.

Pero por eso, en función de unas oposiciones donde he entrado Martínez Méndez, otros altos funcionarios del Banco de España y luego de la istración Financiera Española.

Estaban muy bien preparados, yo creo que entramos como 5 economistas, 2 juristas, 2 arquitectos y 2 ingenieros.

Porque se ponía en marcha el Plan de Desarrollo de López Rodo, que fue una revolución, es lo que puso en movimiento este país.

El Plan de Desarrollo del 58 empezó a ponerse en práctica, realmente era tan radical, que no se pudo poner en práctica más que unos 5 años después.

Cuando ya hubo dinero acumulado y se pudieron abrir los bancos de la banca oficial, se pudo hacer un plan de estimulación de la empresa y de la iniciativa privada.

Fue decisivo en la historia de este país y por cierto que no lo veo muy recordado.

Ahí se produjo una acumulación efectiva de riqueza.

Y de ahí que pudiéramos finalmente entrar en la UE.

Era una cosa divertida y creativa dentro de lo que era un disparate en mi vida.

Porque a mí se me ocurrió la brillante idea de para poder estudiar más tranquilo, pasarme la noche en vela y entonces lo que hacía era venir del instituto, comer, irme a dormir y despertarme 8 horas más tarde o 7 horas más tarde.

Y entonces ya empalmar toda la noche con las 7 horas y pico del instituto.

Y así esto me duró bastante tiempo, quizá un par de años.

Yo no sé cómo lo pudo conseguir mi mujer, ni mi salud, ni nada.

Tengo una idea de lo loco que estaba uno, claro.

Y entonces Antonio, ¿en ese tiempo qué experiencia le aportó estar en el ICO? Pues imagínate, ¿qué me aportó el ICO? Es que era una mezcla, era el ICO, la universidad persistía, yo era ayudante.

Y ayudante en dos facultades y encima teniendo suficiente vida intelectual como para que no llegue yo, por un lado.

Y por otro lado, por ejemplo en Mazoba, teníamos como pequeñas escuelillas, hicimos un seminario sobre Freud, otro sobre Heidegger.

O sea, había bastante vida en la universidad.

Era un espacio muy diferente que el actual.

Porque por un lado estaba súper politizado como ahora, pero por el otro había como una...

Persistía la vocación y el entusiasmo investigador.

Que yo creo que derivaba de que la universidad realmente era una cosa escasa.

Y se disfrutaba como los bienes escasos, porque esa es la fuente elevador de las cosas.

Y que en el momento en que dejó de ser escaso se democratizó, que es lo que le ha pasado a la universidad.

Porque se ha saltado una crisis vocacional, tanto en el profesorado como en el alumnado.

Suficiente, o sea, no tenemos ni remotamente el entusiasmo que tenían en la base de la Edad Media.

Lo cual es francamente gracioso.

Pero revela hasta qué punto el confort se puede convertir en mohicie y justificar la principal fraqueza humana, que es la incoherencia.

Sin duda.

Nos adentramos en la década de los 70.

Escribes tu tesis doctoral titulada La conciencia infeliz.

La cual molestó al tribunal encargado de examinarlo.

¿Qué reflexión le merece el rechazo de su tesis por parte del mundo académico en aquella España? Es que pasaba de todo.

Estábamos también tan vivos que yo me acuerdo de decirle al decano que me había planteado esto de yo me voy a cargar esta tesis porque me da la gana y yo mando y ya está.

Era el estilo de la mili.

Claro.

Así era.