La extraña obsesión amorosa de Carl Tanzler r1t3s

Crímenes y criminales, con Luis Martín Edvalles.

Hay que tener mucho cuidado con no dejarse arrastrar por las obsesiones. Obsesiones que nos pueden arrastrar nuestra propia vida. Hay que tener cuidado, incluso cuando estas obsesiones pueden nacer de un supuesto amor que sentimos en nuestro interior. Esta es una historia de una obsesión realmente malsana, sórdida, extraña. La de la obsesión de Karl Tanzler.

Es 1930. Elena de Hoyos ingresa en el Hospital de la Marina de Estados Unidos en Key West en Florida. Necesita recibir un tratamiento contra la tuberculosis. Tiene un pronóstico bastante malo. Pero ojo, hay un técnico de rayos X que estaba por allí y la ve.

Este hombre se llama Karl Tanzler y ve a esta joven de 21 años, la ve bella y decide que es su amor, que sin ninguna duda es su amor. Karl Tanzler, a quien le gustaba que le llamasen el Conde Karl Von Koschel. Y es que él había nacido en Alemania, y uno de los sueños que había tenido en su vida desde hacía 53 años que tenía ya, era encontrar el amor, el verdadero amor ese que te despierta dentro una sensación inigualable.

Siempre veía, decía en unas visiones que tenía mentales a un mismo tipo de joven. Una joven radiante. Una mujer a cuya belleza no podría resistirse nunca. Y cuando vio a Elena de Hoyos en el hospital, se quedó convencido de que era la persona que siempre había imaginado. Era la misma mujer que lo había visitado en sueños. Empezó a darle todos los regalos que se le ocurrieron.

Preparó todo tipo de medicinas alternativas. Pagó un montón de pruebas médicas. Incluidos ese momento era bastante costoso hacer ciertas pruebas con rayos X. Las pagó él. Declaró su amor a Elena una y otra vez. Sin embargo, esto era inevitable. Pues por lo visto, Elena tenía ya la tuberculosis muy avanzada en ese momento. No hay los mismos remedios que tenemos hoy en día. Y Elena muere tras unos meses de ingresada. Y bueno, muere muy joven. Tan solo 22 años.

En fin, habría que resaltar que Elena estaba ya casada. Pero bueno, eso a Carl en ese momento no le importaba. Pues él había encontrado al amor de su vida, pero desgraciadamente muere. Muere enseguida. Enseguida se ha acabado esa historia de amor que él lo había estado esperando durante tanto tiempo. Pero Carl Tanzler no se va a quedar quieto. No puede aguantar esto. No puede tragar con lo que le ha preparado la propia vida. Después de encontrar a su amor verdadero me lo va a quitar así. Ni hablar.

Para empezar, pagó un mausoleo de piedra tremendo, muy caro, enorme, en el cementerio de Key West. Lo pagaba de su bolsillo. Se lo ofreció a la familia. Invirtió muchísimo dinero. La familia vio que era una cosa bonita y decidieron aceptarlo. Se metió el cadáver de Elena cuidadosamente dentro de la bóveda de ese mausoleo de piedra. Pero ojo, la única llave para abrir ese mausoleo la tenía Carl. La familia no lo sabía.

Y Carl empezó a visitar el cadáver. Por las noches. Fueron dos años de visitas casi diarias. Todas las noches allí para hablarle al cadáver. Le cantaba canciones. Le pedía una y otra vez que se casase con él. Él estaba convencido que su espíritu, el espíritu de Elena, como era su amor verdadero, pues tenía que estar escuchándole. No le quedó ninguna duda de que esto era así. Hasta que un día, el propio Carl Tanzler en desespero,