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Sé que al volver a la cama compartiremos una sonata de Mozart o Chopin, y un libro de poemas de Kavafis o Neruda, o una tragedia de Shakespeare de amores (im)posibles en la mesilla de noche. Y volveríamos a hacer uno de dos, volveríamos a morir un poquito como cada noche piel contra piel, dejando un solo sudor sobre la sábana. https://hgquintana.com/explicaciones-para-mi-amada-imposible/ https://youtu.be/rYYo3QxA5VA s5t3s
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Hola, bienvenidos a Real y Ficción. Mi nombre es Héctor y soy escritor. No youtuber, no
tiktoker, ni influencer.
No es una historia de príncipes azules o princesas rosas. Sé que estás ahí, en ese
sitio que no he explorado, porque la vida hace estos juegos de desviarnos un poco de
aquello que más se anhela, quizá para ponernos a prueba, para obligarnos a luchar por lo
que más queremos, como en aquella fábula de que antes éramos uno, pero Dios se encargó
de separarnos para que nos buscáramos, o para demostrar que la perfección tenemos
que buscarla de otra manera, o para hacernos conscientes de que esa perfección no existe,
por más que sigamos buscándola.
Sé que con perfección o sin ella puedo alcanzarte, que no es un sueño imposible imaginarte despertar
a mi lado en las mañanas con el canto de aves desconocidas en la ventana, y si no hay, sustituirlas
con sonidos de mar, tonadillas desconocidas para la meditación, o simplemente nuestros
alientos ya calmados luego de una noche agitada. En esas mañanas puedo dejar que el dorso de mi
mano se deleite en el roce delicioso pero aún borrascoso de tu piel, y que mis labios se embrujen
con lo más recóndito de tus ortilegios. No es sueño inverosímil tomarnos un café, un chocolate o un té,
caminar bajo el sol de las mañanas por un parque y reírnos de las cosas bellas de la vida,
o compartir las tristezas que entre los dos orteamos sin dificultad. Sé que tengo sueños
que tú me contarás en las mañanas, y que tú tienes otros que yo soñaré por mi cuenta. Sueños
que serán uno, dos o miles, pero siempre uno nos guiará por el camino que ambos conocemos,
ese que tú anhelas como yo, pero de otra manera. Sé que habrá libertad para que yo pueda buscar
la inmortalidad que me legó mi madre, esa inmortalidad que para ti es motivo de iración
y de aliento. Sé que tendrás libertad para dejarte llevar a sitios de tu interior donde yo no podré
entrar. Haré lo que me permitas para romper esa cerradura, pero deberás mantenerla sitiada,
lejos de mí, no tanto que sea inalcanzable, aunque sí lo suficiente para que sea misterio que me
obligue a indagarte cada día. Sé que siempre hablaré de ti con la iración con que te sueño,
te iro por ser tú, con fuerza indomable para perdonar, con ternura infinita para castigar,
con ese poderío arrollador para buscar puertas en un muro donde los demás se sientan a esperar
que alguien abra desde el otro lado. Sé que compartiremos al volver a la cama una sonata
de Mozart o Chopin y un libro de poemas de Cavafis o Neruda, o una tragedia de Shakespeare de Amores
Imposibles en la mesilla de noche, y volveríamos a hacer uno de dos, volveríamos a morir un poquito
como cada noche piel contra piel, dejando un solo sudor sobre la sábana. Disfrutaremos de
aquel capítulo de la memorable serie Six Feet Under, donde un hombre que tiene una enfermedad
incurable pide salvación a la rabina que ejerce en un templo judío.
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