EXPEDIENTE #69: Jill Rosenthal | Un Secreto de Familia 2o4u2n

Este podcast incluye lenguaje fuerte, temas para adultos y contenido que puede ser violento y perturbador.

Se recomienda discreción a los oyentes.

En el expediente de hoy nos enfrentamos a un caso en el que la palabra clave es secreto.

Secretos que se esconden en pasillos de hospital, cajones cerrados con llave en trasteros llenos de polvo y sobre todo en silencios familiares que duran generaciones enteras.

Una historia real donde nada es lo que parece y en la que cada respuesta conduce a una nueva pregunta.

Porque hay verdades que no se revelan solas, hay que desenterarlas, coger la pala a remangarse y estar dispuesto como mínimo a ensuciarse un poco.

Abrimos el archivador y sacamos el expediente número 69, un secreto de familia.

Domingo 26 de abril de 1964, Hospital Michael Reese de Chicago, Illinois.

Dora Fronsack, de 28 años, sostiene a su hijo recién nacido entre sus brazos con una mezcla de euforia y alivio.

Apenas 10 meses antes, en esa misma sala, da luz por primera vez.

Sin embargo, el bebé nace sin vida.

Sobran las palabras para describir una pesadilla que los que no hemos vivido apenas podemos comprender.

Sin embargo, ahora el destino parece ofrecerle una tregua.

La pareja ha decidido llamarlo Paul Joseph, Paul Joseph Fronsack.

El recién nacido pesa 3 kilos y 200 gramos, tiene un color de piel aceitunado como sus padres y el pelo oscuro.

A las 13 y 40 del lunes siguiente, Dora está en la cama del hospital amamantando a Paul.

Chester está en el trabajo, aunque planea pasarse para ver cómo está más tarde.

Mientras lo está acunando, entra una enfermera sigilosamente.

Viste el uniforme blanco reglamentario de esta época, vestido, bata, zapatos, medias y una redecilla del mismo color, que recoge un cabello castaño salpicado con algunas canas.

Su voz suena serena, firme.

Le dice uno de los pediatras, necesita examinar a su hijo, tengo que llevármelo ahora.

Dora se sorprende un poco.

No es nada habitual interrumpir una toma para una revisión médica, pero bueno, aún así da por hecho que debe haber alguna razón clínica y se lo entrega sin dudar.

Paul va envuelto en una manta de algodón blanca, la mujer lo toma con decisión y sale de la habitación.

Diez minutos después, a las 13 y 50, Martha Vizent, la enfermera encargada de la unidad neonatal, se dirige a la habitación 418 para recoger al bebé que lleva con su madre unos 40 minutos.

Al entrar descubre, para su sorpresa, que el niño no está.

¿Dónde está el bebé? Tengo que llevármelo de nuevo a la planta de neonatal, le dice a su madre.

Dora le responde confundida.