Descubriendo el Mutus Liber, con Juanma Marta 2s6c11

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Bienvenidos a Mindalia Televisión, gracias por acompañarnos. Hoy tenemos una charla de lo más especial.

Hablamos con Juanma Marta sobre el Mutus Liber. Le recibimos ya en nuestras pantallas.

Hola Juanma, ¿cómo estás? Un placer.

Hola, muy bien, buenas tardes. Encantado.

Pues encantado Juanma, encantada yo también. Encantados todos de poder representar este tema en el día de hoy.

Vamos a estar, como decíamos, hablando de un tema muy diferente, así que vamos a ponernos en el marco del contexto.

Juanma, para todas las personas que no te conocen, es tu primera vez aquí en Mindalia y tu experiencia profesional a lo largo de tu vida ha sido muy diferente a este momento en el que estás en el lanzamiento de un libro.

Entonces, para conocerte un poquito y conocer tus antecedentes, cuéntanos cómo has llegado al punto actual.

Pues es curioso porque mi vida se basó en algo muy, muy, muy distinto a lo que es en la actualidad.

Bueno, primero presentarme, me llamo Juan Manuel Marta Pérez, soy de Puerto de Salgundo, Valencia.

Trabajo en una factoría de acero y el mes de febrero pasado hice 20 años.

Y mi vida se dedicó durante casi 30 años a la pesca submarina, o sea, no tenía nada que ver con la filosofía hermética.

Entonces, te puedes imaginar cómo cambió radicalmente al polo opuesto de, por así decirlo, o pescar peces, a estar en la polaridad contraria, que es ser un defensor completo sobre la no pesca y cuidar el ambiente a lo que era anteriormente.

¿Cómo llega entonces, Juanma, en un sentido tan diferente, como te decías, una parte muy tecnológica, muy mental, la parte espiritual a tu vida, el mutus liber? Vale, para empezar, lo que te he comentado, mi vida se dedicó durante casi 30 años a la pesca submarina, pero con una pasión, una devoción, una constancia y un amor al mar y a todos los secretos que oculta, desmesurado.

De hecho, desde los 7 años, yo lo he hablado muchas veces con mi familia, en mi casa se tiene el recuerdo de ya de bien pequeñito, con las gafas y el tubo, bucear en la bañera, hasta que en la adolescencia ya empezaba a adentrarme buscando siempre una pieza grande, de mejor calidad, intentando aguantar mala respiración y poquito a poco hasta que llegó la edad adulta.

Cuando llegó la edad adulta fue curioso, porque a medida que iba avanzando e iba descubriendo los secretos que el mar contenía y despelándolos, sobre todo en mi zona, aquí en el puerto de Sabunto, hubo un momento en mi vida, por los 30 y algo, 37, 38 años, en el que sentía una inquietud irrefrenable, pero una inquietud de querer pescar piezas extraordinarias, pero con algo sencillo, sin tener que exponer mi seguridad física, mi integridad física en excesivo, porque la pesca submarina realmente es un deporte muy bonito, pero hay que recordar que es un deporte de riesgo, se hace siempre a pulmón libre, es decir, sin equipos autónomos de respiración, aguantando la respiración.

Yo llegaba, hace 20, 25 años, a llegar a retener la respiración durante 6 minutos y a llegar a sumergirme a muchísima profundidad, hasta los 40 y tantos metros de profundidad.

Entonces, cuando nació mi hijo, mi obsesión era intentar encontrar algo que me reportara el máximo beneficio, pero con el mínimo rendimiento. Ahí fue cuando empecé a darle vueltas a la cabeza de qué es lo que podía hacer.

Intenté, primeramente, diseñar un fusil con movimiento giroscópico, ese mismo movimiento que describen las balas cuando giran alrededor de su propio eje, y esto fue una experiencia bonita, pero que no pude llegar a materializar por los costes que tenía ese fusil.

Seguí avanzando, esa idea la deseché, y entonces empecé a investigar.

Ostras, tiene que haber algo, tiene que haber algo.

Empecé a intentar tener un dominio completo de mis emociones, pero sin ser consciente aún de lo que me iba a reportar.

Entonces, investigando y investigando...