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¿Alguna vez te has sentido paralizado frente a una decisión? No una gran decisión de vida o muerte… sino algo más simple, más cotidiano. ¿Aceptar esa oferta de trabajo que no te convence? ¿Decir sí a una relación que en el fondo sabes que no quieres? ¿Callar en una reunión cuando deberías haber hablado? No fue el mundo el que te complicó la vida. Fuiste tú. O mejor dicho: fue la falta de claridad dentro de ti. Y es que la mayoría de nosotros vivimos creyendo que las decisiones difíciles son el precio de un mundo complicado. Pero no es así. La verdadera causa de nuestra indecisión es que no tenemos del todo claro quiénes somos, qué defendemos, y qué jamás vamos a negociar. www.elartedeladecision.com 126xn
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3, 2, 1. ¿Alguna vez te has sentido paralizado frente a una decisión? No una gran decisión de vida o muerte, sino algo más simple, más cotidiano. Aceptar esa oferta de trabajo que no te convence, decir sí a una relación que en el fondo sabes que no quieres, callar en una reunión cuando deberías haber hablado, ¿no fue el mundo el que te complicó la vida? O mejor dicho, fue la falta de claridad dentro de ti.
La mayoría de nosotros vivimos creyendo que las decisiones difíciles son el precio de un mundo complicado, pero no es exactamente así. La verdadera causa de nuestra indecisión es que no tenemos del todo claro quiénes somos, qué defendemos y qué jamás vamos a negociar, cuáles son nuestras líneas rojas. Decidir no es un simple acto lógico, no es hacer una lista de pros y contras.
Decidir es un acto de identidad, es una afirmación silenciosa pero rotunda de quién eres y de quién has decidido no ser. Pero aquí está el problema. Vivimos rodeados de fuerzas invisibles que nos alejan de nosotros mismos, sesgos cognitivos que distorsionan la realidad, narrativas externas que moldean lo que creemos desear, impulsos automáticos que toman decisiones por nosotros antes siquiera de que seamos conscientes. Nuestra mente no busca la verdad como tal, busca lo fácil, lo rápido, lo automático, lo cómodo. Y mientras más desconectados estamos de nuestra esencia, más esclavos nos volvemos de todo aquello que ni siquiera elegimos. Conocerse a uno mismo no es una opción filosófica, es una necesidad vital.
Saber qué valoras, qué estar dispuesto a defender incluso cuando nadie está mirando, qué estar dispuesto a perder para no traicionarte. Esto es lo que construye un carácter fuerte.
Y cuando el carácter es fuerte, las decisiones son fáciles, porque las verdaderas elecciones ya han sido tomadas mucho antes de que el mundo te ponga a prueba. No decidas desde el miedo, no decidas desde el impulso, decide desde tu carácter. Porque en última instancia es tu carácter quien elige tu destino. Soy Pedro Ibar, esto es Emocion Me. Nos vemos en el próximo episodio. Gracias.
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