¿Cómo evitar que pereza dañe mi relación? 276o2x

Aquí estamos nuevamente en la vida como es. Les habla José María Contreras.

Las cosas que dificultan la convivencia. Vamos a empezar hoy, o vamos a darle un pequeño toque a la pereza. Bueno, ¿y qué tiene que ver la pereza con una relación de pareja? Pues tiene mucho que ver. Porque uno no se casa para que lo sirvan, se casa para hacer feliz al otro. Y a la hora de hacer feliz al otro, está el adelantarse a lo que el otro necesita. Si nosotros realmente viviéramos bien nuestro amor hacia el otro, que es en definitiva lo que queremos, estaríamos muy pendientes de la pereza.

Ustedes han visto cómo en un hotel de cinco, de cuatro estrellas te tratan. Se adelantan a todo lo que puedes necesitar. Y eso lo hacen por dinero, porque es un sueldo. Pues nosotros tenemos que hacer eso por amor. Y cuando uno habitualmente se adelanta, se produce una concatenación de corazones entre los dos de la pareja. Hay como una unión. Y entonces el otro de alguna forma también va respondiendo. Muchas veces esto no se sabe hacer. Digo que no se sabe porque es que ni siquiera se piensa en ello. No se quiere hacer. Y hay que hacerlo.

Es una necesidad. ¿Por qué uno, cuando el niño llora a las tres de la mañana, por qué uno no se levanta, se hace dormido y espera que se levante el otro? Por pereza.

¿Por qué uno, cuando pasa por delante del lavavajillas y está en el cero, no coge uno y lo vacía? Por pereza. ¿Por qué igual pasa con la lavadora cuando ya está terminado y ya incluso hay unos pititos que te están diciendo que he terminado esto el lavado? ¿Por qué no saca la ropa y la atiende? Por pereza. ¿Por qué no ayuda a los deberes de los niños cuando el niño le pide ayuda? Por pereza.

Decía un amigo mío es que si yo no tuviera pereza sería un tío extraordinario. Parece una tontería, ¿verdad? Pero es verdad. Si uno no tuviera pereza sería una persona extraordinaria. Pero uno puede no tener pereza. Se puede ganar. No es como otras cosas que cuestan más. La pereza en muchos casos cuesta menos porque es el decir lo hago y ya está.

En la pereza, en el momento en que uno se pone a pensar si lo hace o no lo hace, ya ha perdido.

¿Quito la lavavajilla o no lo quito? Si tiene media hora, estoy hablando como andaluz, pensando a ver si quito la lavavajilla o no. Pues quito la lavavajilla. Y en el momento en que uno va haciendo eso, no nos quepa la menor duda que va queriendo y va teniendo autoridad para, de una manera delicada, decirle al otro, a la otra o a los hijos, decirle bueno cuando ve ahí en la lavavajilla en cero, quitarlo.

Porque saben que tú lo haces. Uno sólo puede pedir a los demás, a los que le rodean, aquello que uno hace. Y si no lo hace, pues que los demás entiendan que bueno, él está luchando por hacerlo, pero ha perdido. Pero lucha por vivirlo así. Porque en definitiva, la pereza nos lleva a la falta de servicio.

La pereza nos perjudica. Y a la medida en que uno va creciendo, tiene más pereza. Los niños pequeños tenemos que hacer esfuerzos para que el fin de semana se queden en la cama y nos dejen dormir un poquito más. Porque en el momento en que se despiertan, se levantan y ya no hay quien duerma en la casa. Con 18 años eso ya no pasa.

La pereza nos va cogiendo por todos lados y nos va haciendo retasar las cosas. Por eso se ha puesto de boda ese verbo tan feo, porque es una palabra feísima, que es procrastinar. Que en definitiva, procrastinar es dejar las cosas para luego. Una persona que procura no dejar las cosas para luego, es una persona que aprovecha.