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Cuarto Milenio
El cierre de Iker: Es lo más impresionante que he visto en mi vida

El cierre de Iker: Es lo más impresionante que he visto en mi vida 4t4n31

9/2/2025 · 13:43
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Cuarto Milenio

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Iker Jiménez comienza el ‘Cierre’ de esta semana haciendo referencia a la capacidad de adaptación que tienen los animales, los cuales evolucionan con el paso de tiempo, para después reflexionar sobre sus dos semanas en Nueva York, donde el primer día se encontró con una sensación térmica de trece grados bajo cero. “Por mucho que llevase el gorrito, las mayas térmicas, los guantes… ¿cómo sería esto, como un día frío de Burgos? Y encima miles de personas. Es curioso que, en esa especie de hormiguero, todo está ordenado. Pero cuando llegas de inicio todo te pasa. En esos primeros minutos dije ‘me vuelvo a Florida, no aguanto este frío, no aguanto tanta gente”. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/7162 2a5h2j

Lee el podcast de El cierre de Iker: Es lo más impresionante que he visto en mi vida

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

Fíjense cómo es el ser humano, qué misterios somos todos,
cómo nos adaptamos.
Eso se dice mucho, pero a veces, cuando uno es consciente,
dice, pues sí, somos como el anfibio ese,
que salió de las aguas y...
¿Cómo era aquel animal, que me llamaba mucho la atención
de los cromos de niño?
Y Chostega, creo que era, ¿no?
Uno de los primeros que salía de las aguas
y empezaba, que vaya aventura, ¿no?
La aventura de... con sus manos...
Con sus patas, de empezar la odisea de tierra firme.
Esos primeros anfibios, me llamaban mucho la atención.
Una capacidad de adaptación tremenda, al medio.
Bien, miren, yo he estado...
un par de semanas, un poco más, en Nueva York,
y me habían contado algunos amigos que andaba mal, ¿no?
O sea, que no... no había buen ambiente.
Sinceramente, no me he encontrado eso,
he estado muy tranquilo y muy bien.
Pero el primer día, cuando...
Cuando llego, igual les ha pasado a ustedes alguna vez,
llego de noche a Manhattan, sensación térmica 13 bajo cero,
y por mucho que llevas el gorrito,
las mallas térmicas, los guantes...
O sea, ¿cómo sería esto?
Un día muy frío de Burgos.
O sea, y encima, miles de miles de miles de personas.
Es muy curioso, porque ustedes conocen Nueva York,
es en esa especie de hormiguero que luego está, curiosamente,
bien ordenado en su desorden.
O sea, la gente llega donde tiene que llegar,
la gente compra lo que tiene que comprar,
la gente hace lo que tiene que hacer.
Pero tú, cuando llegas de inicio,
es como un videojuego, ¿no?, donde todo el mundo te pasa.
Y en esos minutos, yo dije, ¡buah!, me vuelvo, o sea...
me vuelvo a... me gusta más Florida.
O sea, no aguanto este frío, no aguanto tanta gente.
Y encima, estamos en pleno meollo.
¿Cómo es la mente humana?
También imagino la perspectiva que uno lleve,
que el segundo o tercer día estabas un poco como en casa,
y el cuarto día es un poco tu barrio.
Es decir, te vas acostumbrando a todo, a todo,
ya conocíamos Nueva York, evidentemente,
pero no de estar tanto tiempo en el mismo sitio.
Y muy bien, muy bien.
La verdad es que sí, a mi hija le ha encantado Nueva York,
que ya no la conocía,
y parecía mentir a un tipo como yo,
a un tipo como yo, que soy bastante huidizo de las multitudes.
Bueno, pues estar bien.
¿Y qué fue lo que más me impactó? Pues quiero contárselo.
Aunque ya le extraeré imágenes, ¿de acuerdo?
Pero quiero contárselo porque tiene cierta reflexión,
quizá, no lo sé, y es lo siguiente.
Uno de esos días gélidos,
recordé que un buen amigo, Pablo Fuente,
cuando hacíamos Milenio Live desde nuestra casa,
entró desde un museo, más bien un mausoleo, un memorial,
que era el del 11-S, ¿no?
Y me acuerdo que se acababa de inaugurar, más o menos,
y que le llamamos, y este hombre lloraba.
Es español. Digo, ¿qué pasará allí, no?
Me quedé con esa incógnita.
Le vi muy, muy, muy impactado, transfigurado,
y era un museo nuevo, limpio, amplio, ¿me entienden?
En esos huecos terroríficos de las Torres Gemelas.
Es decir, era un lugar suficientemente,
no sé cómo llamarlo, pulcro,
como para que a uno le viniese una emoción tan tremenda,
pero algo debía estar pasando, y me quedé con eso.
Bueno, pues vamos.
Oigan, es uno de los museos más impresionantes
que he visto en mi vida.
Pero ese museo me hace entender,
les hablábamos la semana pasada de la filosofía un poco,
y lo más no es americano, pero entiéndanme,
de la cultura de este país.
Y en este caso yo creo que es algo muy bueno.
El reconocimiento a sus héroes y a sus muertos.
¿Cómo se lleva eso a cabo?
¿Y qué extracción podemos hacer respecto, por ejemplo, a nosotros?
Bueno, cuando tú entras con largas colas
en ese memorial del 11-S, quizá ustedes hayan estado,
no sabes muy bien qué te vas a encontrar.
Y hay como unas zarpas que parecen manos o un tenedor gigante,
donde ya de primero te das cuenta de la colosalidad de lo que pasó.
Porque una cosa es ver en la tele lo que pasó con las Torres Gemelas,
que todavía hoy nos parece una película,
y otra cosa es darte cuenta de las dimensiones graníticas
y de acero, de eso, ¿no?
¿De qué temperatura pudo llegar eso?
Yo me estoy acordando, estaba con mis padres,
estaba con Carmen en el 2001, y estábamos en el Ikea,
comprando no sé qué, lo tengo aquí, ¿quién se va a olvidar?

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