
Descripción de El caso de Iván Castro 3h1u3b
Bajo la lluvia incesante de un pueblo minero en Asturias, la noche del 7 de diciembre de 2017 se tiñó de sangre. En un garaje oscuro de La Felguera, un joven excampeón de kickboxing yace sin vida, alcanzado por tres disparos certeros. Su móvil ilumina un charco de sangre, mientras su novia llora desconsolada a su lado. Pero las lágrimas ocultan una verdad mucho más siniestra. Iván Castro, un luchador que desafió al cáncer con la misma fuerza que usaba en el ring, fue traicionado por la persona en quien más confiaba. Una red de amantes, mentiras y una mente manipuladora tejió un plan mortal que nadie vio venir. Una carta escrita desde una celda destapará los secretos de un crimen que estremeció a un pueblo y dejó heridas que nunca sanarán. Desde las calles grises de Langreo hasta los pasillos de un juzgado, descubre cómo el engaño puede convertirse en un arma letal. 184k37
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
La lluvia golpea las calles de La Felguera, un pueblo minero de Asturias donde el gris del cielo se funde con el asfalto.
Es 7 de diciembre de 2017.
En un garaje oscuro, un joven de 31 años yace en el suelo, con tres balas en el cuerpo.
Su móvil, aún encendido, ilumina su rostro inmóvil.
La policía llega.
Una mujer llora desconsolada junto al cadáver.
Es su novia, la última persona que debería estar bajo sospecha.
Pero nada es lo que parece.
Una carta de amor escrita desde una celda destapará un crimen que recuerda al de Maje, la viuda de Patraist, una mujer que tejió una telaraña mortal sin motivo aparente.
Esto es Crímenes que marcaron España.
Hoy El caso de Iván Castro.
Detrás de los hechos, conozcamos las personas clave de este relato.
Iván Castro, 31 años.
Nacido y criado en Langreo, Iván era mecánico de profesión, pero sobre todo un luchador.
No solo en el ring, donde fue campeón de kickboxing, sino en la vida.
A base de esfuerzo, golpes y disciplina, se ganó el respeto de todos.
Esa misma fuerza la usó contra su mayor enemigo, un linfoma de Hodgkin.
La quimioterapia lo debilitaba, pero su espíritu permanecía intacto.
Vivía con su novia, Marta, en la felguera, compartiendo una vida sencilla, planes, risas y silencios que más tarde pesarían como losas.
Iván peleaba por un futuro que nunca llegaría, sin sospechar la traición que lo aguardaba.
Marta Rama, 28 años.
Panadera en Oviedo, Marta era carismática, atractiva y encantadora.
Pero tras esa fachada había un talento oscuro, una capacidad para manipular y envolver a quienes la rodeaban, convirtiéndolos en piezas de su tablero.
Para ella, el amor no era un sentimiento, sino un arma.
Vivía una doble vida, tejiendo una red de relaciones paralelas con precisión.
Un laberinto emocional que solo ella sabía recorrer.
Nelson Dos Anjos, 43 años.
Taxista portuguesa fincado en Morcín, Nelson era trabajador y discreto.
Profundamente enamorado de Marta, su amor era ciego, sin límites ni razón.
Ella era su obsesión, por Marta cruzó la línea entre lo cotidiano y lo irreparable.
No era violento ni malintencionado, pero Marta sabía tirar de los hilos, convirtiéndolo en un peón en su juego mortal.
José, el carni, carnicero en Oviedo, apodado por su oficio, José fue el amante principal de Marta.
Su relación, descubierta en el momento más inesperado, encendió la chispa final.
Sin saberlo, se convirtió en el detonante de una tragedia que destapó la verdad brutal detrás de las mentiras de Marta.
Jonathan Castro, hermano mellizo de Iván, su mitad, su sombra, su apoyo.
Compartían rostro, recuerdos y sangre, pero no destino.
La muerte de Iván dejó a Jonathan con una culpa silenciosa, creyendo que él pudo ser el objetivo.
Su dolor fue un motor para buscar justicia.
Purificación Castro, madre de Iván y Jonathan, una mujer rota por la pérdida de su hijo.
Su carta a los asesinos, leída en el juicio, fue un grito de dolor que resonó en la sala, dejando una huella imborrable en todos los presentes.
Así ocurrió, crónica de los hechos.
7 de diciembre de 2017, La Felguera, Langreo, la tarde cae sobre el valle envuelta en una lluvia persistente que no da tregua.
Son las seis, las calles, empapadas, reflejan las luces de los coches y los escaparates como espejos rotos.
Bajo ese cielo gris, Iván Castro, se despide de un amigo.
Ha pasado por su casa para comprar un poco de marihuana.
No es por ocio, es por necesidad.
El linfoma de Hodgkin no da tregua, y los efectos de la quimioterapia son brutales.
La marihuana le ayuda a soportar los dolores, a sobrellevar los días en los que hasta respirar cuesta.
No está buscando un escape, está buscando alivio.
Un poco de calma.
Conduce su coche bajo la lluvia hasta el garaje comunitario de la calle Ingeniero Fernández Casariego, a escasos kilómetros.
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