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Relatos Sexuales Liberales
Anais una suegra culona.

Anais una suegra culona. 434l29

6/5/2025 · 16:29
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Relatos Sexuales Liberales

Descripción de Anais una suegra culona. 3k316j

Anais una suegra culona. Masturbación. Baño de Esponja. Yerno. Mamada. Follada. Hija. Hermano. ORGASMOS si quieres y gustas aportar al canal puedes arnos por o el pay pal [email protected] paypal.me/relatossex fuente / autor https://www.todorelatos.com/relato/194670/ 6xy62

Lee el podcast de Anais una suegra culona.

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

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Ahora sí, comencemos.

Anaís, una suegra culona.

Masturbación.

Baño de esponja.

Yerno.

Mamada.

Follada.

Hija.

Hermano.

Orgasmos.

Era jueves. Anaís estaba en la segunda sesión semanal en Casa Tíbet.

Las clases de meditación, filosofía oriental y respiración, mantres, etcétera.

En algo habían contribuido en ayudar a Anaís a ser menos, digamos promiscua, ahora sólo tenía un solo amante del sexo opuesto, el cual le daba mantenimiento tres veces al mes, ya que trabaja fuera de la ciudad.

Las ganas se las mojaba en sesiones casi diarias de sexo en solitario.

Al llegar a su departamento ubicado en Viñedos, se preparó una merienda de frutas, cereales, yogur y un vaso grande de leche de almendras para mitigar la mucha sed que traía.

Se terminó de un trago el contenido y al hacerlo se le derramó unos mililitros en su pecho, la fría sensación del líquido estremeció y endureció sus pezones.

Se retiró a su recamara a ver una serie en HBO, al pasar por el espejo de cuerpo completo, observó que en las comisuras de sus labios había restos de la leche que no es leche de almendras, se pasó la lengua por los rastros y vio lo cachondo que eran sus gestos y su rostro, le.

Gustaba verse al espejo, se desnudo despacio, le gustaba hacer una mirona de sí misma, cuando cogía le gustaba verse al espejo, a escondidas a veces se grababa con una cámara de vídeo oculta, y luego las mejores folladas y los mejores orgasmos y lechadas las veía una y otra vez mientras se masturbaba, mientras usaba todo un arsenal de juguetes sexuales.

La lámina de plata reflejaba a una mujer madura ya en sus 55 años, cegaramente ya abuela del incorregible de su hijo Dante, aunque no oficialmente.

De su hija Becky muy cegaramente se quedaría esperando nietos, ya que aborrecía a los niños y para su hija no había nada más importante que su trabajo, ni siquiera su matrimonio, mucho menos los demás.

Regresó su mente a su cuerpo quizás de 10 o 12 kilos de más para sus 1.68 mts, se sentía a gusto con lo que veía, era una culona madura y gordibuena.

Sus pechos robustos mantenían una lucha encarnizada contra la gravedad, una ayudita del cirujano plástico, los hacían lucir orgullosos, aquella.

Operación había sido patrocinada por un amante de 62 años que se la costeó poco antes de morir de COVID hacia dos años.

Su piel era color de como un comercial de crema nivea, en su cintura estaba una sensual y cachonda llantita, era para apalancarse, para que se tuvieran de donde agarrararse cuando la follaban de espaldas.

Sus piernas eran de estatua de mármol de una divinidad griega o romana, sí, tal vez había algo de poca celulitis, pero ausente de estrías y varices.

Sus orificios eran de zorra experimentada pero de una zorra de veintitantos, la genética había sido muy generosa con ella.

Su culo era monumental, despertaba iración y por donde caminara sentía cómo se le clavaban ojos en esas nalgas que se cargaba.

Sabía que todavía estaba para moteles de paso y muy lejos todavía del asilo.

De pronto la imagen del espejo era la de una mujer totalmente desnuda, con una mano se empapaba disdedos al metérselos hasta donde topaban, mientras.

Que los otros dos los devoraba su boca para beberse la miel de su vagina, el verse así de cachonda masturbándose hizo que se corriera, entonces los dedos metidos en su cuca los empezó a meterlos y sacarlos.

Cada vez a mayor velocidad y frenecía.

¿Qué bien, qué mojada estoy! ¡Qué puta me veo! ¡Aaah! ¡Ah! ¡Aaah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah qué rico! ¡Sí, díg! Díddos, díddos, díddos.

¡Ay! Qué rico yo ¡Oh! ¡Oh! ¡Oh! Me estoy viniendo.

¡Mira, puta! Ahora me meto tres dedos.

¡Ah qué corrida! Luego abrió los ojos.

Estaba en el suelo como revolcándose de placer.

De placer, era necesaria una verga de verdad, y faltaba más de una semana para que llegara su ponedor. Con una ducha fría se calmo. Se acomo en la cama y estaba a punto de encender la TV, cuando sono su celular. Era Becky, y era raro tanto el día como la hora en que se comunicaba.

Era como una computadora todos los lunes a las ocho de la mañana, solo cinco minutos exactos.

Para saber novedades, alguna queja de su matrimonio o de su hastío existencial.

Hola Anaís, odiaba que le llamara así, pero sus tres mamá del año ya los había agotado, uno el día que le pidió dinero prestado durante un viaje por haber extraviado su cartera y bolsa, otro en el pasado mes de mayo, y hace pocas semanas en su cumpleaños. Anaís, estoy en el aeropuerto a punto de salir a la CDMX y de ahí a Canadá para una capacitación de la empresa. Necesito que vayas a mi casa y me ayudes con Dante, esposo de Becky,

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