
Descripción de Nueva yegua. 3w6a73
Nueva yegua. Nuevamente en la rutina ecuestre con mi tío, pero esta vez quería algo nuevo en mi vida. si quieres y gustas aportar al canal puedes arnos por o el pay pal [email protected] paypal.me/relatossex fuente / autor https://www.todorelatos.com/relato/229843/ 5t5p3j
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Ahora así comencemos.
Nueva Yegua Nuevamente en la rutina ecuestre con mi tío, pero esta vez quería algo nuevo en mi vida.
Habían acabado las clases universitarias y todos se irían a casa, vacaciones lejanas o simplemente esperar a que pasara el tiempo.
Dos meses completos para descansar de las clases estresantes y yo tenía mis propios planes para pasar el tiempo.
Iría de visita a la granja de mi tío, había pasado ya varias veces allí, algunas con mis padres cuando íbamos de visita, pero últimamente había ido sola y por unas buenas razones, no quería que mis padres entendieran antes de tiempo mi nueva afición.
Alisté una pequeña maleta y tomé el primer taxi que encontré para dirigirme a la casa de mi tío a las afueras de la ciudad.
Vistiendo un par de zapatos deportivos y un sort de mezclilla corto que me causó risa hacer el efecto de que el taxista viera su espejo recurrentemente.
Una blusa pequeña sin sostén para que igual mi buena figura se viera atractiva, junto a mi coleta de caballo en el cabello.
Cualquiera diría que esperaba en el asiento con un letrero enorme entre mis pechos viola me duro pero no pasaría esta vez, al menos no de momento.
Cuando llegué le di el dinero al taxista y fingí un leve descuido alzándome la lusa sutilmente, aunque juro que vi los ojos del taxista fijarse bien a mi pecho ese corto tiempo que tuvo.
Tomé mi maleta y fui a tocar la puerta. Era un pequeño sitio en el campo, cerca de madera, árboles, un viejo granero, establo, campo, un olor tranquilo y fresco fuera de la ciudad.
Cuando toqué mi tío abrió poco después y me recibió con un abrazo contento y me dejó pasar, pero esto no era una visita tranquila de vacaciones, pues en cuanto me dejó entrar me dijo que me preparara.
Sonreí contenta sabiendo a qué se refería, pero lo explicaré un poco.
Hace dos años lo había visitado y había encontrado que tenía revistas y libros referentes al BDSM y Pony Play.
Al descubrirlo se mostró algo asustado y nervioso y yo después investigué por mi cuenta informándome y teniéndole un gran atractivo al tema, verme en esas situaciones y estar como ellas me ponía caliente.
Y cuando volví lo encaré, bueno más bien le pedí, le rogué y supliqué que él me entrenara como una pony, al principio se mostró apartado y negándose, pero supliqué y mostré bastante lo interesada que estaba hasta que finalmente aceptó.
Habían pasado muchas veces que lo visite y comenzábamos la rutina, y ahora lo disfrutaba.
Gozaba esta pequeña vida que tenía con él.
De regreso al presente ahora estaba desatando mis tenis y desvistiéndome en la sala de él, dejando mi ropa doblada y guardándola en la maleta, mientras sacaba mi nueva vestimenta.
Comencé con las botas, eran largas hasta la rodilla y terminaban en una punta como un casco de caballo.
Me coloqué a ambas y asegurándolas sus agujetas y un pequeño seguro con candado, me levante y tambaleé un poco.
Me había costado adaptarme a ellas antes al estar de puntillas siempre pero ahora la sentía como parte de mí muy naturalmente.
Saqué lo siguiente de mi maleta, una cola de caballo con un tuagueno, coloqué un poco de lubricante y lo inserté lentamente sintiendo como mi ano se abría abrazándolo y tomándolo en su interior.
No pude evitar soltar un gemido pequeño cuando finalmente entro, di un pequeño tirón para asegurarme, fue una lección dura tener fuerza en el trasero.
Mi tío la colocaba y debía mantenerla allí en su lugar mientras el tiraba con fuerza.
Al principio no podía y recibía el castigo con una varilla en mi trasero que me hacía gritar y me dejaba la marca de la lección.
Ahora por más fuerte que tirara estaba fija en mí, coloqué un bocado especial en mi rostro, se ajustaba en la nuca y ponía un bocado en mi boca junto con unas anteojeras que me mantenían la vista solo al frente.
Me coloqué un ligero arnés que rodeaba mis pechos con tiras de cuero.
Finalmente tomé lo que más me había costado adaptarme, un consolador grande con forma de pene de caballo, color negro y grande y grueso.
Había comenzado con pequeños aumentando de tamaño hasta llegar a este enorme.
Pero me había prometido que, si lograba adaptarme bien y firme a él en unos meses trataríamos con un caballo real y eso me ponía caliente de solo pensarlo.
Abrí las piernas para comenzar a meter la cabeza gruesa haciéndome gemir entre mi mordaza mientras la iba introduciendo.
Mis labios abrazaron la entrada mientras la metía lentamente cada vez más y más sintiendo como estiraba mi interior mientras más se introducía.
Era un placer inmenso.
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