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Relatos Sexuales Liberales
María, la nadadora.

María, la nadadora. 1o373v

31/5/2025 · 09:15
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Relatos Sexuales Liberales

Descripción de María, la nadadora. 4i5515

María, la nadadora. María pondrá en su sitio a unos pervertidos. si quieres y gustas aportar al canal puedes arnos por o el pay pal [email protected] paypal.me/relatossex fuente /autor https://www.todorelatos.com/relato/228845/ t1p53

Lee el podcast de María, la nadadora.

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

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Ahora así comencemos.

María, la nadadora María pondrá en su sitio a unos pervertidos.

María es una joven estudiante de natación que practica para en algún momento en el futuro, ser una nadadora profesional.

Realmente tenía mucho talento, era muy buena y era también muy popular.

Era alta, delgada y con buenos brazos y piernas debido a todo el deporte que hacía unido a un buen entrenamiento.

Aquel día en la piscina de la universidad salió del agua.

Estaba cansada y necesita ir intercalando los descansos y entrenamientos.

Dentro de poco habría una carrera, en dos días, y ya se dedicaría a relajarse.

Otro buen día de entrenamiento, pensó con la toalla alrededor del cuello y yendo al vestuario.

Esos días le había estado llamando algo la atención, sentía que la vigilaban, pero no había nadie allí.

Incluso cuando le preguntó al vigilante, dijo que solamente iba ella o alguna de sus compañeras a entrenar.

En el vestuario sucedía más de lo mismo, notaba como si alguien le estuviera observando, pero allí solamente estaban las taquillas.

De hecho, cerraba con pestillo tras mirar en todos lados.

«Creo que el calor y la presión están jugándome una mala pasada», susurró mientras terminaba de quitarse la ropa.

Su cuerpo perfecto y desnudo quedó al descubierto.

Sus pechos pequeños pero bonitos, trasero prieto y vagina depilada que dejaban a la vista sus apetitosos labios.

No podía negar que alguna vez se puso cachonda imaginando nadar desnuda, con el agua por todo su cuerpo y pudiendo meterse en mano ella misma.

Un ruido la sacó de sus eróticos pensamientos.

Venía de una taquilla.

Entonces le pareció ver el brillo de algo, como los cristales de las cámaras de fotos.

Entendió todo, pero lejos de asustarse.

Hizo como que no vio nada e incluso dijo que eran imaginaciones suyas.

Sabía que el problema era un mirón.

¿De verdad en aquel siglo? Caminó como si nada, incluso estirándose un poco para deleite del mirón que estaba dentro de la taquilla.

Al pasar por su lado, de un movimiento rápido la abrió dejando al descubierto a la vista.

Lo reconoció al momento, era Samuel, el chico nerdy que siempre se metían con él.

Samuel.

Dijo enojada sacándolo de golpe pues tenía mucha más fuerza que él.

No es lo que parece, se excusó enseguida.

Lo que solamente sus amigas más íntimas conocían, era que ella sabía mucha defensa personal e incluso enseñaba a algunos.

La mano no tardó en agarrar la virilidad del muchacho que estaba dura y poco a poco se fue desinflando cuando la presión en sus pelotas aumentó.

Te he defendido muchas veces de esos idiotas, ¿y así me lo pagas? Preguntó muy enojada.

Tendría que arrancarte las pelotas aquí mismo.

No por favor.

Preguntó muy enojada.

Tendría que arrancarte las pelotas aquí mismo.

No por favor.

Rogaba a él.

Un minuto para explicarte y más vale que me convenza o de lo contrario acabarás sin tus bienes más preciados.

Dijo antes de soltarlo.

Samuel explicó que había estado siendo acosado por Juan, el peor bully de la escuela y que si no le traía fotos suyas desnuda, le iba a romper la cabeza.

Estaba muy asustado, temeroso y llorando.

Lo siento, se puso de rodillas y juntando las manos.

Siempre me has protegido, pero no me quedaba otra. Tengo, tengo miedo.

Al verlo tan indefenso, le acarició la cabeza, lo veía casi como un hermano.

¿Cómo has burlado al guardia? Preguntó extrañada.

Está compinchado con Juan, respondió secándose las lágrimas, me ha dejado entrar y eso.

Te perdono.

Él abrió los ojos tras levantar la mirada.

Pero antes, quítate la ropa, ya me has visto desnuda, ahora te veré yo, sonrió de manera dominante.

¿O prefieres que sepan todas lo de que eres un pervertido? El joven negó y enseguida se puso desnudo avergonzado.

Sus pequeños huevos unidos a su diminuta polla provocaron unas risas en ella.

Lo siento, pero es demasiado pequeña, se reía ella.

Ahora, se sentó y abrió las piernas.

¡Lamé!

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