
El Alquiler Espectral, Primera Parte (Henry James) j2o5i
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Un estudiante descubre una casa abandonada y a un extraño anciano en la campiña de Cambridge 231s21
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Cuando deje la universidad tenía veintidós años podía elegir libremente mi carrera y lo hice con mucha prontitud es cierto que después renuncia y ya con igual fervor pero nunca la mente aquellos dos años juveniles de experiencias confusas y agitadas pero también agradables y provechosa me gusta para la teología y en mis últimos años de universidad había sido un apasionado lector del doctor chan y la suya era una teología grata y sustancioso pareció ofrecer la osa de la fed deliciosa mente despojada de sus espinas y además porque me inclino a pensar que eso tuvo algo que ver con ello le había tomado cariño la vieja divine school yo siempre había tenido en cuenta lo que hay detrás del drama humano de la vida y me pareció que podría representar mi papel con bastantes probabilidades de éxito al menos a mi entender en aquella aislada y tranquila sede de casuística moderada con sus respetable a venir un lado y su vista de verdes campos y en o con acres de bosques al otro cambrils para los amantes de los bosques y la campiña ha cambiado a peor desde entonces y su recinto ha perdido mucho de su inquietud mitad pastor y mitad de escuelas tica entonces era un centro docente rodeado de bosques una mezcla encantadora lo que es ahora no tiene nada que ver con mi historia y estoy convencido de que todavía hay jóvenes a punto de graduarse y obsesionados por cuestiones doctrinales que cuando se pasean por allí cerca los atardeceres de verano se prometen que más adelante disfrutar con calma de sus excelentes condiciones por lo que a mí respecta no me decepcionó me instale en una espacio habitación cuadrada y de techo bajo con ventanas del face profundo formando banco con las paredes grabados de o periódica y aries se ordene los libros según un elaborado sistema de clase estación de los nichos que había ambos lados de la alta repisa de la chimenea y me puse a leer a platino y a san agustín entre mis compañeros había dos o tres de talento y buenos camaradas con los que de vez en cuando ve una copa junto al fuego y entre arriesgadas lecturas profundas discusiones limitaciones escrupulosas mente de poca importancia largos paseos por el campo mi iniciación en el misterio clínica el progreso de un modo bastante agradable hice especial la amistad con uno de mis camaradas y pasamos mucho tiempo juntos por desgracia tenía una dolencia crónica en una rodilla que le obligaba a llevar una vida sedentaria y como yo era un andar y método eso es interpuso de alguna manera en nuestras costumbres yo solía salir habitualmente a dar mi paseo diario sin más compañero que mi bastón en la mano o el libro en el bolsillo pues siempre me había bastado con estirar las piernas y respirar sin límites el aire libre tal vez debería añadir que el poder disfrutar de un par de ojos de lince era para mí un placer comparable al de cualquier compañía mis ojos y yo éramos excelentes amigos observaban incansablemente todos los incidentes del camino y con tal de que ellos se distraerán yo me daba por contento lo cierto es que debido a sus costumbres inquisición tuve conocimiento de esta tabla historia gran parte de la campiña que rodea la vieja ciudad universitaria es todavía muy bonita pero lo eran mucho más hace treinta años la multitudinaria irrupción de numerosas viviendas de cartón piedra que ahora adornan el paisaje en dirección a las alma girls bajas y azules todavía no había ocurrido no había ningún elegante cotas que pusiera en evidencia los prados venido a menos y los huertos cubiertos de maleza una justa posición con la que en años posteriores ninguno de los elementos en contraste ha salido ganando ciertas encrucijadas tortuosa eran entonces por lo que recuerdo más intensamente rurales por supuesto y las viviendas solitarias en las largas laderas cubiertas de hierba junto a ellas bajo el habitual olmo alto que curva su follaje en pleno aire como las espigas caídas hacia afuera de una avenida gavilla de trigo permanecían con sus cuba abiertas de tablillas derribadas sin ningún conocimiento anticipado de la moda de los tejados ses viejas campesinas arrugadas por el paso del tiempo podríamos llamar las reduciendo tranquilamente la copia del país sin soñar nunca con tocados cada vez mayores ni exponer indecente mente sus frentes venerables aquel invierno fue lo que se llama abierto hizo mucho frío pero hubo poca nieve los caminos estaban firmes y despejados y casi nunca me vi obligado a renunciar a mi ejercicio a causa del tiempo una tarde géminis de diciembre lo había intentado en dirección a la ciudad contigua de oxford y desandar
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