351 - Sopa de pollo, de Kit Reed 6l2h19

Idealmente, uno de los amores más puros y más incondicionales que existen es el amor entre una madre y un hijo, o entre un padre y un hijo. Idealmente digo porque todos sabemos que en la práctica, por desgracia, no siempre es así. Incluso a veces es todo lo contrario y eso que debería ser amor incondicional se convierte en algo muy parecido al odio.

Ejemplos en la literatura y en el cine y en la televisión tenemos muchísimos. Carrie, de Stephen King por ejemplo, es un excelente ejemplo porque es una historia donde lo verdaderamente terrífico no es la espantosa venganza que se cobra a Carrie contra los que la torturan, sino cómo esas personas que presuntamente deberían amarla y cuidarla, como los que deberían ser sus amigos, sus compañeros de instituto, y sobre todo su madre, esa madre posesiva y ultraconservadora que sin duda tiene mucho que ver con el estado mental al que llega la pobre Carrie.

Otro ejemplo, siguiendo con King, sería Jack Torrance y su hijo Danny en El Raspandor. Esta relación paternofilial queda un poquito diluida en la película de Kubrick, pero en la novela es mucho más patente el alcoholismo violento de Jack y su relación con el pequeño Danny, una relación muy turbia y no exenta de violencia explícita.

Otro clásico incontestable de este género de terror filial es Psicosis, novela de Robert Block, película de Alfred Hitchcock, donde la relación entre madre e hijo es tan intensa y enfermiza que ni siquiera la muerte le separa. Y podríamos seguir con más y más ejemplos, y la lista no acabaría casi nunca porque sin duda es un tema que socialmente nos interesa, nos preocupa y nos asusta. Juego de Tronos es un ejemplo perfecto de relaciones entre padres, madres e hijos absolutamente enfermizas.

Creo que hay pocas relaciones realmente saludables entre padres e hijos en esta serie. Succession es otro ejemplo perfecto de un padre tiránico e insensible y cuatro hijos que temerán y odiarán a su padre durante toda la vida de este y más allá. Y no me hagáis hablar de Star Wars, porque ahí también se cuecen avas. Bueno, pues ese es el terreno pantanoso y cenagoso en el que nos vamos a adentrar hoy con Sopa de Pollo, de Kitty Reed, sinónimo de Lillian Hyde-Cray, que es el relato que os voy a leer hoy.

Si la voz me deja, notaréis que todavía tengo la voz un poquito fastidiada por culpa de la gripe, pero vamos a hacer un esfuerzo y vamos a intentar cumplir con nuestra cita semanal. Hoy no voy a dedicar el episodio a ningún mecenas en concreto, porque no hay ningún mecenas nuevo esta semana, pero sí a todos los mecenas en general que me ayudáis a que esto siga en pie. Gracias a todos, si no eres mecenas, por favor, considera hacerte mecenas. Te cuesta menos de dos euros al mes, me ayudas a que el podcast siga en funcionamiento y tendrás a todo el contenido exclusivo y también podrás escucharme desde Spotify.

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