06. El "exorcismo" de Almansa: "Estaba embarazada del demonio" 2fc3b

Hola, soy Carmen Basteiro y esto es Mis Crímenes. Hoy me voy contigo a Almanza, a Albacete, para contarte uno de los episodios más negros de la historia del true crime en España.

Tengo que avisarte de que se trata de un caso muy fuerte. Además, sé que algunas de las personas que me escucháis sois especialmente sensibles con los casos en los que aparecen menores. Si es así, no sigas escuchando. Os confieso que la documentación para este episodio se me hizo muy difícil. Ni siquiera pude hacerla durante las noches, que es cuando suelo dedicar más tiempo a mis crímenes porque luego me costaba concilar el sueño.

No solo por la dureza del caso, sino porque también está relacionado en cierta forma con el misterio, el ocultismo y con el culto al demonio. No me extiendo más, no te hago spoilers. Ahora vuelvo a estar aquí, como ya sabes, en el momento que más me gusta, con mi micrófono, mis auriculares y lista para contarte este caso. El exorcismo de Almanza. ¿Empezamos? Empezamos. 18 de septiembre de 1990. Número 4 de la calle Valencia, en Almanza. Son las 8 de la mañana.

A las puertas de la vivienda, una casa de dos alturas y pintada de amarillo ocre, aparco una patrulla de la policía municipal. Un hombre grita desesperado en la entrada. Las luces que están encendidas en la casa rían a los agentes hasta uno de los dormitorios. Hay sangre en esa habitación, toallas y sábanas manchadas y tiradas por el suelo. Un cuerpo sin vida, aparentemente desmembrado, reposa en la cama. Por un momento nadie dice nada, nadie se mueve.

¿Qué ha pasado aquí? Para contártelo bien tenemos que dar marcha atrás en el tiempo.

Vamos hasta 1980, 10 años antes de esa madrugada. Y te presento a Rosa y a Jesús, una pareja de recién casados. Andan por los 25 años. Él es tapatero y ella es curandera. Vale, esto igual te suena muy raro, pero créeme, en ese momento y en ese lugar no lo era. España, especialmente la meseta, tiene una larga tradición de curanderos y santeros. Bueno, si no estás entendiendo nada, no te lo haré largo. Resumiendo muchísimo, las curanderas o los curanderos son personas que dicen tener un don para la sanación de las enfermedades.

Es decir, y ya te puedes imaginar que esto es peligroso, aseguran que pueden sanar enfermedades a través de la imposición de manos y otras técnicas como brebajes naturales. Como te decía, en aquel momento, los ochentas, y en aquel lugar, Almanza, Albacete, no era raro nombrarte curandera. En algunos casos era una profesión, digamoslo entre muchas comillas, y en otros se hacía de forma desinteresada para ayudar al entorno en caso de enfermedad.

Según una información de la época del diario El País, en Almanza, con algo más de 23.000 habitantes, se estimaba que había más de 200 curanderos y curanderas. Digo se estimaba porque ya te puedes imaginar que no había un registro oficial, aunque sí tengo entendido que había hasta una asociación. Dicho de otra forma, una de cada 100 personas que vivían en Almanza supuestamente tenían un don para curar a la gente. No me quiero extender más con esto, pero es fundamental que entiendas este contexto para todo lo que te voy a contar a partir de ahora.

Como te decía, Rosa era curandera y de las más solicitadas de la zona. Dicen que era realmente efectiva, y esto sí puede tener una explicación objetiva y científica, porque Rosa, más allá de la santería y la imposición de manos, tenía un amplio conocimiento de las plantas y de su uso con fines medicinales. Es el año 1980, cuérdate, y hay un detalle que no te he contado aún. Rosa acaba de ser mamá. Es el primer bebé