Voces del Misterio: Fascinantes misterios de España y del mundo, con Lorenzo Fernández Bueno 5o1j6p

Creo que puedo hablar de aquello que mejor conozco, porque llevo 22 años trabajando en esa revista, que es Enigmas, en hacer una secuencia de lo que han sido estos 22 años, desde que, siendo muy jovencitos, tanto a Iker Jiménez como a mí nos contrató el doctor Fernando Jiménez de Rosa, cómo fuimos evolucionando en esta publicación y cómo las temáticas también han ido evolucionando desde ese mes de noviembre del año 1995 hasta el día de hoy.

Os cuento un poco cómo empezó esta aventura, voy a intentar ser breve, cuando digo esto mis amigos se ponen a temblar.

Voy a intentar además haceros una secuencia, como os digo, de lo que han sido estos 22 años, tanto en las temáticas que hemos realizado como en los reportajes de los que nos sentimos tremendamente orgullosos, porque en nuestro pequeño periodismo han sido exclusivas y también, por supuesto, de lo que ha sido la última etapa de Enigmas, desde hace 15 años a esta parte, que se traduce en un concepto que nos encanta, viajes, viajar, no como turistas, sino como viajeros, para intentar demostrar, en cierto modo, que la historia, muchas veces la vemos que va por una gran autopista, pero nadie atiende las carreteras secundarias y ahí es donde verdaderamente te planteas muchas cuestiones, donde te das cuenta de que si hace años se descubre que entre Kefren y Micerinos hay un faraón que se llama Deodefre, ¿por qué la historia no cambia el nombre de las pirámides de Gizé por Kefren y Deodefre? Hay mucho escrito, también hablamos de negocios, ¿no? Pero os puedo decir que todo esto comienza en aquel lejano año 95, en lo que nosotros denominamos la revolución de los boletines.

Los jóvenes, los que entonces estábamos entre los 18, 20, 22 años, viendo que era muy difícil acceder a las revistas comerciales, a las revistas periodísticas, entonces estaba La Veterana más allá, Karma 7, estaba en sus últimas, pegando los últimos coletazos, estaba La Todopoderosa, Año Cero, y estaba una revista muy de autor, que era la que dirigía Fernando Jiménez del Oso, que se llamaba Espacio y Tiempo.

No podíamos acceder, era muy difícil, había un público muy determinado y había unos autores muy determinados, gente tremendamente sesuda, tremendamente preparada, la que nosotros, evidentemente, no podíamos doserles.

Antonio Piñero, por ejemplo, era uno de ellos, ¿no? Pues en aquel año 95, ese grupo de periodistas decidimos que, como no nos dejaban, nos inventábamos nuestro medio de comunicación.

Y surgieron medios, por ejemplo, como Atlantis, estaba desclasificado, que lo dirigían desde Zaragoza, Javier García Blanco, Ángel Abrión, José Ibruro Carreñosa, estaba el Colegio Invisible, que dirigían un desconocidísimo Javier Sierra y José Miquijarro, y estaba, el que tenéis arriba, La Última Hora, que no es que fuera un boletín dedicado a hacer crónicas de difuntos, sino que lo que intentábamos era ofrecer precisamente noticias, noticias de actualidad.

Tuvimos la sana locura, me imagino, de enviar, ese era el boletín que hacíamos si quería yo, y tuvimos la sana locura de enviarlo a la dirección que aparecía en la revista Espacio y Tiempo cuando esta ya se había cerrado, queríamos que lo recibiera el director, ¿no? El hombre, pues eso, ¿no?, que para nosotros era el absoluto referente.

Y tiempo después recibimos una tarjeta, más o menos de este tamaño, que ponía F. Jiménez del Uso, psiquiatra y una dirección.

Estimados amigos, acabo de recibir su magnífico boletín, me encantaría suscribirme a él por un año, eran seis números, mil pesetas, no era muy caro, hicimos solo tres.

Eso sí, cobramos los seis, los cobramos.

Y a continuación, después de exponer que quería suscribirse, decía que estaba a punto de emprender un nuevo proyecto y que le gustaría contar con nosotros.

Y venía un número de teléfono, ¿qué fue lo que hicimos nosotros? Bueno, pues esto es la típica broma de nuestros compañeros de universidad, los cazafantasmas, los raros, tal.

Bueno, pues ya estamos con las bromas, la verdad es que era una broma muy elaborada.

Y como venía un número de teléfono, llamamos.

Y todavía recuerdo aquella escena, en un pasillo largo, Iker en la habitación de sus padres, yo a la entrada de la casa, llamo al teléfono a Iker, descuelgo el otro terminal y nos ponemos al teléfono.

Y aparece una señora.

Sí, dígame, Iker.

Hola, somos Iker y Lorenzo, como el monstruo de las dos cabezas.

Solo hablaba uno, pero siempre hablaba dos, ¿no? Queríamos hablar con el doctor Jiménez del Uso.

Sí, un momento.

Pin, titirurí, titirurí, la musiquilla, ¿no? Y de repente, se acaba la música y se oye, hombre, muchachos, ya tenía ganas de conoceros.

En ese instante los dos nos miramos y colgamos el teléfono al mismo tiempo.

Después de estar un rato vomitando en el cuarto de baño, porque se nos cortó la digestión, empezamos a pensar, imaginad, ¿no? Madre mía, este hombre famoso, seguramente que sabe localizar el teléfono desde donde se le ha llamado, va a saber que hemos ido nosotros, va a saber que lo hemos colgado, va a saber...

Va a saber que no nos va a dar oportunidad ninguna.

Y volvimos a llamar y quedamos con él, ¿no? Ventitos de...