Vas como pollo sin cabeza 1fe5a

Bienvenidos a un nuevo episodio de No sé bailar, pero aquí estoy. Mike, un pollo que desafió lo increíble y vivió sin cabeza durante 18 meses. Sí, escuchaste bien, 18 meses. La leyenda de Mike comenzó en septiembre de 1945. Lloyd Olsen, un granjero de Colorado, se dispuso a preparar la cena de su familia. Su elección para esa noche fue un pollo que, sin saberlo, cambiaría el curso de la historia avícola.

En una trama comparable a una película de ciencia ficción, Olsen decidió decapitar al pollo, Mike, con la intención de servirlo en la mesa de la cena. Sin embargo, lo que sucedió después desafió toda lógica. A pesar de la pérdida de su cabeza, Mike no sólo siguió viviendo, sino que también continuó con su rutina diaria, picoteando granos. Sí, picoteando. Has vuelto a escuchar bien.

Y moviéndose por el corral, como si nada hubiera sucedido. Y el bueno de Olsen, sorprendido por el fenómeno, aprovechó para convertir al pollo en una atracción de feria itinerante. Durante 18 meses, Mike recorrió ferias y espectáculos, dejando a todos perplejos y preguntándose cómo era posible que un pollo pudiera sobrevivir sin cabeza. Aunque no lo creas, hay varias explicaciones científicas que avalan este milagro, que no vienen al caso, ya que serían demasiado aburridas.

Esta historia de Mike nos sirve como una metáfora única y memorable. Y es que a menudo nos encontramos en situaciones caóticas, corriendo sin rumbo y, sí, a veces, como pollo sin cabeza. Seguro que alguna vez te has sentido así en tu empresa o en tu negocio. Esa sensación caótica de correr en todas direcciones, ocupado, pero sin rumbo fijo.

¿Qué ocurre cuando ese caos se convierte en tu modo de vida? Piensa en un gallinero donde todos los pollos corretean sin rumbo, chocándose unos con otros y sin un líder claro. Eso es lo que sucede cuando te embarcas en una aventura empresarial sin una estrategia definida. El problema radica en la falta de dirección, tus objetivos confusos y esas decisiones impulsivas, que pueden dejar a tu empresa dando vueltas en círculos con dirección a ningún lado.

Consecuencias de ir modo pollo sin cabeza, proyectos sin terminar, clientes desencantados, empleados desmotivados y, lo peor de todo, pérdida de nuevas oportunidades de negocio.

Es como intentar volar sin alas. ¿Suena desastroso, verdad? Pues sí, porque lo es.

Pero no te preocupes, puedes recuperar la cabeza, ya que nunca la perdiste. Solo te sumergiste en un comportamiento caótico. La solución es clara. Establece metas concretas, prioriza tareas, delega responsabilidades y, lo más importante, procura mantener la calma.

Estar centrado es el antídoto perfecto para la epidemia de pollo sin cabeza. Y es que cuando dejas atrás el modo pollo sin cabeza, comienzas a marcar bien tu rumbo y tus planes comienzan a guiar tus movimientos. La claridad en tus objetivos, si no tienes cabeza no puedes verlos bien, es algo evidente. Y una ejecución estratégica de los mismos te llevarán por la dirección adecuada. Así que deja de correr y comienza a volar.

Eso sí, con cabeza. Porque como vueles sin cabeza, imagina lo que pasará. Gracias de nuevo por acompañarme en esta nueva edición de No sé bailar, pero aquí estoy. Si este episodio te ha ayudado o conoces a alguien que necesite escucharlo, compártelo con ellos. Ah, y no olvides, si tienes sugerencias para futuros podcast, dímelo. Nos vemos en el próximo episodio. Eso sí, sin cabeza no lo vas a poder escuchar.